Por Emb. Mauricio Devoto (*)

"Necesitamos construir una nueva ciudadanía..., que incluya a todos, a los que piensan como yo y a los que piensan distinto.'' 

La expresidente sonríe con voz suave y su mensaje llama al diálogo y al acuerdo. Nos convoca a firmar un contrato social de ciudadanía responsable, porque "todos somos un poco responsables de los problemas que sufre el país''. Lejos de plantear enfrentamientos o peleas, interpela a las dirigencias sociales, políticas, culturales y sindicales. "Porque después de todo lo que hemos vivido y padecido, yo creo que hay un reflejo arriba de lo que hay abajo; los argentinos no somos fáciles'', afirma. Sin embargo, no fue esta la ciudadanía que construyó ni el tipo de ciudadano que formó durante su presidencia. La Ley 26.206 de Educación Nacional (2006) establece que el sistema educativo debe educar en ciudadanía. Así, el primer objetivo de la escuela secundaria es "brindar una formación ética que permita a los estudiantes desempeñarse como sujetos conscientes de sus derechos y obligaciones, que practican el pluralismo, la cooperación y la solidaridad, que respetan los derechos humanos, rechazan todo tipo de discriminación y se preparan para el ejercicio de la ciudadanía democrática'' (art. 30 a.). Ello se integró en las asignaturas con nombres del tipo de Construcción de Ciudadanía. Basta con dar una rápida mirada a las currículas de esta asignatura en la mayoría de las provincias durante el gobierno de Cristina F. de Kirchner para advertir que se promovía un modelo de ciudadanía confrontativa, revanchista y reivindicativa, siempre predispuesta a encontrar el adversario que bajo la seducción de la búsqueda de consensos solo pretende imponer su posición hegemónica. Ciudadanos educados desde el inicio más para reconocer y potenciar sus diferencias que para descubrir y consustanciarse con el mínimo cívico indispensable para vivir y convivir más allá de esas diferencias. Una ciudadanía preparada para reclamar, exigir y hacer valer derechos y responsabilidades de otros pero poco educada para hacer frente a responsabilidades y obligaciones propias. En el caso de la provincia de Buenos Aires, donde se forman 800.000 jóvenes ciudadanos por año en más de 2.000 escuelas de gestión pública, no era de extrañar que la currícula de 2007, aun vigente, contuviera referencias explícitas a la polítóloga belga Chantal Mouffe quien, basándose en Carl Schmitt, recuerda a nuestros docentes y alumnos que la confrontación, la lucha permanente y el reconocimento del "otro'' como adversario es lo propio de lo político y de toda relación social.


Volvamos al comienzo. Coincido en un punto con la ex presidente. Necesitamos construir una nueva ciudadanía. Pero otro modelo de ciudadanía, una ciudadanía que incluya a todos, a los que piensan como yo y a los que piensan distinto. Una ciudadanía que se haga fuerte desde lo que nos une para luego sí poder dialogar y debatir aquello que nos diferencia. Esta es la visión de ciudadanía hacia la que el actual gobierno pretende orientar la educación: formar a los alumnos en clave de valores, con derechos y obligaciones que sirvan de sustento a una sociedad pluralista y abierta. Dentro de aquellos que consideramos que contribuyen a la construcción de una ética cívica destacamos los valores de libertad, paz, solidaridad, igualdad, respeto a la diversidad, justicia, responsabilidad y bien común. Se trata de una ética cívica laica de mínimos compartidos para promover desde el ámbito educativo el desarrollo de un sociedad más justa, pacífica e inclusiva. Son valores básicos que, como ciudadanos, debemos enunciar y defender llevándolos a la práctica en la vida cotidiana, cualquiera sea el ámbito en el que desarrollemos nuestras actividades, cualquiera sea nuestra religión, ideología o signo partidario.


(*) Representante argentino ante Mercosur y Aladi. Consejero Programa Justo Vos del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación.