En una ocasión, el famoso escritor colombiano Gabriel García Márquez -Premio Nobel de literatura 1982-, al descubrir que sus obras se traducían sin autorización en China, los llamó "piratas''; ello ocurrió en 1990, y, según el relato de los hispanistas chinos, el laureado novelista había jurado que ni en "ciento cincuenta años después de su muerte'' les autorizaría la publicación de "Cien años de soledad'', su obra cumbre y consagratoria.

No obstante, parece no haberse cumplido esa intención, ya que el treinta de mayo último la Universidad de Pekín presentó el libro, tras el pago de no revelada cuantiosa suma de dinero por derechos de autor. El profesor Fan Yan, catedrático de español en dicha universidad, declaró que las negociaciones, realmente difíciles, se habían podido concretar después de catorce años en que se persiguió ese fin.

Resaltable: En 1967 Editorial Sudamericana (Buenos Aires) imprime por primera vez en Argentina -y en el año de su aparición- "Cien años de soledad'', y en 1975 alcanza su cuadragésima cuarta edición, englobando con ella una tirada de quinientos veintiocho mil ejemplares, en ese entonces extraordinaria para nuestro país.

Hoy en el mundo, llevada a más de treinta idiomas, sus ediciones han alcanzado cuarenta y seis millones de libros, cifra que -con cálculo de difusión interpersonal- eleva a ciento treinta y ocho los millones de personas que distinguieron su lectura, habiendo sobrepasado en éxito a "El doctor Zhivago'' de Boris Pasternak, aparecida en 1957.

Perfilado dentro de la grandeza creativa, García Márquez ha hecho de casi todas sus obras un tratamiento fantástico de la realidad cuestionable que socialmente presenta Colombia. En sus relatos muestra agudizados conjuntos de imágenes -tanto humanas como ambientales-, que con asombrosa maestría se entrecruzan, interpolándose con la realidad -puntualmente en Cien Años de Soledad-, para convertirse en insospechado relacionar entre seres que forman un mundo en común, espejado a veces, salpicado del fango de sus eternales lluvias, otras.

El estupendo engarce argumental de "Cien años de soledad'', es un increíble universo de vidas con acaeceres que caen bajo el peso inexorable del destino, secuenciados en admirables descripciones que, por su vivísima narrativa,transmiten verosimilitud con permanente seducción sobre el lector.

Introducirse en el libro es encontrarse ante un consumado panorama de la existencia humana, es deleitarse y asombrarse con la inquietante sensación de "estar allí'', participando de hechos vivenciales ajenos que toman cuerpo en nosotros, y adquieren definida identidad. Quienes "Vivieron'' esos cien años de soledad que se arrastran por la mítica aldea de Macondo, son los que habrán visto, sentido y palpado -porque se ve, se siente y se palpa- la escena completa del tiempo que bulle en ese ambiente, donde queda transparente, en una connaturalidad sin amortiguaciones, el paisaje íntegro del Hombre, pintado con marcas indelebles que le dan similitud intemporal de eternidad.

En ese abigarrado mundo de esencias humanas atizadas, encendidas o apagadas entre la disposición de los demás, no se vence ni se es vencido, actúa la rígida verticalidad de la vida que va mostrando, con simple pero tremendo peso de verdad, que todo lo que se vive como allí se vivió, tiene que terminar como allí terminó...

En "Cien años de soledad'' no hay resquicios de existencia, es una unidad física-moral donde el desarrollo humano va dejando un regusto visceral, único, anímicamente poderoso y retentivo.