Primero que nada digamos que en este momento no hay motivo alguno para que gane la ansiedad de los compradores de moneda extranjera. La moneda extranjera en nuestro país se usa como fuente de ahorro y no necesariamente para gastar, por lo menos esas han sido en el pasado reciente las causas de las sucesivas corridas. Volvamos poco más de un año atrás cuando un par de errores de la conducción económica causaron el derrumbe de un instrumento que se había venido usando como ancla reguladora, las letras llamadas LEBAC. Las LEBAC, es cierto, pagaban al público una tasa de interés alta en dólares porque el billete verde prácticamente estaba "planchado", ello permitía lo que se llama la "bicicleta financiera", traigo dólares, los cambio por pesos, los deposito a plazo comprando letras del Banco Central, a su vencimiento, como el dólar sigue al mismo precio, las liquido y me vuelvo a pasar a verdes con una ganancia neta. El instrumento, de difícil justificación original, pudo servir como salvavidas durante un tiempo pero se abusó en su extensión y, además, en una torpe maniobra que pretendió ganar ciertas simpatías, se dispuso gravarlo con un impuesto que licuaba aquellas ganancias de corto plazo, es decir, los inversores sacaron cuentas, evaluaron el riesgo y decidieron irse todos a la vez, el mismo día que comenzaba a regir el impuesto.

El FMI fijó reglas claras par aportar fondos para salir de la crisis y que el país no cayera en default.

Allí se inició una fuerte corrida que se llevó puesta a la conducción monetaria, al titular del Banco Central de la República Argentina y que produjo una brutal devaluación que con los meses llegaría a más del 100%. Inflación galopante, problemas gremiales, recesión, caída del PBI..., en fin, lo que vivimos al año pasado. Las LEBAC fueron sustituidas por las Leliq, letras que se venden solo a los bancos, no a los particulares, de emisión a muy corto plazo y que arrancaron con una muy alta tasa de interés como para que los bancos prefirieran prestarle al Central antes que a sus clientes. Se secó la plaza de billetes nacionales con lo cual se evitó que salieran para ser canjeados por dólares o a ser gastados en el comercio, con lo que se intentó matar dos pájaros de un tiro: estabilizar el dólar y bajar la inflación por efecto de retención de la demanda. Con el tiempo se iría bajando la tasa manejando la sintonía fina día a día para sostener la balanza comercial y de pagos con el exterior a la espera del bombazo de la super cosecha con buenos precios, que se espera se comience a liquidar en estos meses. El plan, un plan de emergencia a fin de cuentas, era solo para ganar tiempo mientras se diseñaban y aplicaban remedios de fondo para hacer coincidir más o menos el gasto con los recursos de recaudación disponibles. Era preciso ganar competitividad de fondo, para lo cual hacían falta reformas laborales, impositivas, y otras tanto o más antipáticas difíciles de aplicar en un año electoral como es el actual. En el medio, en busca de estabilizar el Titanic, no para resolver el problema de fondo, solo para estabilizar el barco, se pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional, único prestamista dispuesto a atendernos por los montos necesarios para no caer en default y a un interés del 4% cuando lo poco que podía conseguir el país estaba a más del doble. Pero el tan criticado fondo hizo lo mismo que cualquier padre con sus hijos: "yo te presto pero decime primero qué harás con tu vida, porque así no podés seguir y vos lo sabés". La independencia total, difícil para cualquiera en el mundo actual, es esa de la que da ejemplo Maduro en Venezuela, que dejó una atadura para amarrarse a otras, Rusia, China, pensando ingenuamente que ellos no le exigirán nada a cambio. Eso sí, sacrificando hasta la muerte y el éxodo a sus habitantes hoy dispersos por toda América y el mundo. La "independencia revolucionaria de los gringos del norte". Las condiciones de los préstamos otorgados en cuotas como cuando construimos por un crédito hipotecario, quedaron escritas en un convenio que estableció dos bandas fuera de las cuales le estaría prohibido operar comprando o vendiendo divisas (las divisas prestadas) al Banco Central. "Yo te presto pero no para que te vayas de vacaciones al exterior sino para pagar tus deudas, sostener las necesidades de importación de insumos para la industria y para atender los gastos sociales comprometidos, jubilaciones, Asignación por Hijo, emergencias,etc". "Los que quieran seguir la farra que lo hagan con recursos libres del sector privado, de la economía real, plata bien ganada y no succionada de las reservas". En eso estamos. Las bandas quedaron establecidas bien amplias y con un reajuste mensual de modo que al día de hoy están entre casi 39 y algo más de 48 pesos por dólar. Por debajo de los 39 el Central debe vender para que no vuelva a pasar lo del retraso de 2017-2018 (dólar tan barato que valía la pena comprarlo) y debe vender por encima de los 48 para que tampoco salte influyendo en los precios internos. Visto eso y estando como estamos tan lejos de los dos extremos, (terminó la semana rondando los 41 pesos), nada nos debería llamar la atención ni alentar expectativas negativas en ningún sentido. Algunos vivos seguirán moviendo las aguas para ganar en la turbulencia de la incertidumbre pero, por lo menos, no lo harán con mi bolsillo, tratá de que tampoco lo hagan con el tuyo. ¿Qué hacer? Ni comprar ni vender sin necesidad concreta, no dejarse llevar por rumores ni temores injustificados, que por ahora no los hay.