Las estafas, ardides o engaños como las define la ley penal, en el fondo no son argumentos muy variados pero van cambiando de forma según las épocas. Así, el tradicional cuento del tío, que suponía a una persona heredera de la fortuna de un tío muerto que pedía algo de dinero para viajar a un destino remoto para recibir ese dinero y luego reintegrar al prestamista un monto muchas veces mayor, varió actualmente en el "cuento del sobrino/a". Una persona que llama por teléfono preferentemente a una anciana, imita la voz de una sobrina/o y se ofrece a "hacer el favor" de cambiar los billetes que la jubilada tiene guardados (preferentemente dólares) porque cambiará la denominación y saldrán de circulación. Esto muy actual cuando se ha publicado que saldrán de la calle los billetes de $5. Una tercera persona tocará la puerta en nombre del pariente y se llevará el dinero para desaparecer sin ejercer fuerza y con la simple promesa de traer los billetes nuevos. Método eficiente, rápido y jugoso. Otra mentira menos posible desde que aparecieron los celulares, es presentarse en nombre de un nieto que tuvo un accidente o a quien ha detenido la policía y necesita dinero para salir en libertad de inmediato. El interlocutor se llevará el dinero pero aquí siempre se trata de montos bajos y se requiere investigar que la abuela/o no se pueda desplazar por su cuenta. Poco riesgoso pero negocio pequeño. La "venta del buzón" ya es impracticable porque desaparecieron los buzones pero eran frecuentes víctimas los pajueranos de provincia que llegaban a Buenos Aires por primera vez. Un personaje decía ser dueño del tubo rojo en que se colocaban las cartas y que era buen negocio cobrar por cada imposición, que él debía viajar y necesitaba venderlo por poca plata. El "cabecita negra" se enteraba más tarde que el uso del buzón era gratis, luego de haber entregado su dinero voluntariamente al embaucador. Carlo Ponzi, italiano de origen que murió en Río de Janeiro a los 66 años, fue inventor del sofisticado "esquema Ponzi" y arrestado por estafador en 1920. Es un sistema muy sencillo, paga a los primeros "inversores" con dinero de los "inversores" posteriores. Tiene otros nombres: se suele llamar también sistema piramidal, por eso de que las "ganancias" dependen de que siempre haya nuevos aportes hasta que el universo de posibles miembros se agota y la pirámide encuentra su base. Como en el baile de la escoba, los últimos ponen plata y no recibirán nada porque no encontrarán a quién estafar, se quedarán con la escoba en la mano sin poder transferirla a nadie. Otra denominación ha sido "comercialización por redes" aunque en esta variante por lo menos quien ingresa se queda con algún producto que después no podrá vender. La última vez que circuló por San Juan fue con artículos de limpieza para el hogar. La cadena del cheque fue otro ejemplo y, para ver hasta qué punto llega el deseo de la gente de ganar dinero, y mucho, sin hacer nada, hubo un caso reciente a nivel internacional y con altas finanzas, el caso de Bernard Madoff. Bernie, como se le conocía en el ambiente, fue condenado en USA a 150 años de prisión más el decomiso de 17.179 millones de dólares. El fraude, desplegado desde una de sus oficinas de Wall Street alcanzó un total de más de 60 mil millones de dólares con víctimas en todo el mundo incluyendo fuertes grupos de bancos. Estas reiteraciones han obligado, según parece, a agudizar la imaginación para engañar. Se debe festejar la última versión en la Argentina que se apoya en la defensa de la mujer, tema indiscutible, y en cierto orientalismo espiritual. La mezcla recuerda el método que usan los magos para distraer la atención, se mencionan los ancestrales elementos básicos, fuego, tierra, aire, agua y una ceremonia mix de venta de tupper e hinduismo en que la "iniciada" recibirá las bondades espirituales del dinero. Solidaridad, empoderamiento de mujeres y otros, son los versos que adornan la vieja y conocida estafa. Genial.

El arte del engaño ha llenado libros, películas y fojas de los juzgados pero sigue vigente

Tal como ocurrió en 2016 y que terminó como siempre con entre 8 y 10 personas estafadas por cada una beneficiada, la historia está teniendo su desarrollo y se agotará cuando, como en Chamical, La Rioja, una responsable de grupo termine siendo amenazada de muerte y juzgada como criminal. Hace tres años escribimos algo parecido a esto agregando lo que ahora también ocurre: la persona que te engaña es amiga o familiar y eso disuade la denuncia, las personas engañadas sienten vergüenza de reconocerse tan ingenuas y siempre queda el recurso de fortalecerse pensando o diciendo: "total, es mi plata". Tampoco es fácil reunir pruebas y testigos, no hay documento alguno para aportar al juez. El arte del engaño ha llenado libros, películas y fojas de los juzgados penales pero sigue vigente. Algo llamativo del actual "telar", es la participación de gente de clase social media-alta, dado que hay que poner 1.400 dólares, una cifra que al cambio actual equivale a 5 salarios mínimos. Una cobertura amplia de los medios sobre esta antigua estafa nos deja con la paz de saber que las participantes desean ser estafadas o ser estafadoras. Pasada esta ola, una vez que miles de personas hayan quedado en una u otra vereda, la de la víctima o de la delincuencia, volverá el ardid con otro nombre y otra figura, porque la codicia forma parte de la naturaleza humana.