Los cambios que vive nuestra sociedad y su reconfiguración inciden y afectan el mundo educativo. Educarse hoy, exige adaptaciones culturales, sociales, laborales y profesionales al ritmo del cambio y sus velocidades. Nadie desconoce que la fortaleza del sistema educativo está en el docente. Es imprescindible una escuela que se abra al mundo, a lo diverso, a la complejidad, que vaya más allá de las preferencias y gustos de los alumnos. Es decir, una escuela que convoque a nuevos desafíos culturales e intelectuales.

Dentro de esta modalidad de enseñanza en lugar de tener ceremonias por los actos patrios, se hacen exposiciones de proyectos realizados por los alumnos.

Dentro de este marco de innovaciones, nació una experiencia en Pablo Nogués a 39 km de la capital de Buenos Aires. Allí está ubicada la llamada The global school (Escuela Mundial) cuyo objetivo es aprender a revolucionar el concepto de educación, proponiendo que los alumnos no se lleven tareas al hogar y se autoevalúen con un sistema de rúbricas (un conjunto de criterios y estándares, relacionados con los objetivos de aprendizaje). Esta escuela creada para innovar tiene el aspecto de una universidad estadounidense donde abundan los grandes ventanales y espacios verdes. Tanto en el nivel primario como secundario cuentan con pasillos amplios, cómodos sillones, muros de escaladas y escaleras con frases inspiradoras como "Crear" y "Aprender Jugando". Hay otros espacios destinados a la robótica o computación, bibliotecas que en realidad funcionan como sala digital. A diferencia de lo que sucede en otras escuelas, en esta institución, se invita a los chicos que lleven sus dispositivos electrónicos para aprovecharlas como herramienta educativa. Otro dato del cambio, es la entrada y salida a los recreos, no suena el timbre, sino la música que eligen los alumnos. ¿Cómo se enseña? Han establecido un horario de 8 a 16,30 donde los chicos no pasan sentados en los pupitres. Tampoco imparten currículas de forma unidireccional, sino que se instrumenta un modelo educativo que se basa en el concepto de "aprendizaje basado en proyectos". La premisa es que se eduquen en la práctica, todo se refleja en iniciativas puntuales, por ejemplo: en lugar de tener ceremonias por los actos patrios, se llevan exposiciones de proyectos realizados por los alumnos. Además, hay un equipo de alumnos que se encarga de la logística, otro de las fotografías, la edición del video y la cobertura periodística de los actos. Jugando, descubriendo y creando. El rol del docente en este sistema, es el de inspirar, facilitar el aprendizaje y proveer las condiciones para que todos los alumnos adquieran la motivación y las herramientas para aprender a lo largo de sus vidas.


¿Cómo es el sistema de calificaciones? La nota numérica a la que nos tiene acostumbrado el sistema educativo tradicional, no existe en este modelo. Es adquirir habilidades y motivación para aprender. Como todo proceso no es sencillo, requiere esfuerzo, seguimiento y la resistencia al cambio.


El problema de la educación tradicional, reside en que el alumno tiene un protagonismo muy leve en su propia educación. En este contexto, salen primero a la universidad y luego a la vida sin el manejo de su propio aprendizaje.


Hay que invertir paradigmas. En el nivel secundario estos alumnos al finalizar un trimestre completan una rúbrica, responden 10 preguntas sobre la actitud ante el aprendizaje, las conductas y los hábitos de convivencia que mantuvieron. Este es un modelo para reflexionar. Las nueva generaciones esperan que el proceso formativo los dote de capacidad que les permita ser atractivos al mundo laboral en el menor tiempo posible.

Por Yolanda Quiroga
Especialista en educación.