Resulta reiterativo señalar la importancia de la forestación en nuestra provincia, que históricamente viene perdiendo terreno. Primero fue el monte natural, para dar lugar a la agricultura o diezmado por la tala para obtener leña y, con el pasar de los años, las urbanizaciones acotaron la presencia del árbol en los oasis donde se concentra la vida sanjuanina.
En esta época del año, propicia para la implantación de nuevos ejemplares, surgen plausibles iniciativas de forestación como la anunciada recientemente por la Subsecretaría de Ambiente destinada a cubrir el déficit de sombra en diferentes espacios públicos. Según el plan oficial, se prevé la incorporación de 56.483 árboles, que serán distribuidos entre los municipios para atender la necesidad en sus jurisdicciones. Además, la empresa Techint hará lo propio en sus obras y zonas concesionadas y el resto será para el arbolado de competencia provincial.
Según lo informado por el secretario de Ambiente, Raúl Tello, el Programa de Forestación Provincial 2013 distribuirá este año las especies arbóreas para los planes municipales contra la desertificación, a fin de continuar con la tarea iniciada en 2011 y 2012, cuando se entregaron más de 100.000 ejemplares. Claro que no se conoce el balance anual sobre los resultados de esta campaña contra la aridez que nos rodea, ni tampoco la nueva forestación va acompañada de un plan de riego y mantenimiento para asegurar el crecimiento.
Estas imprevisiones están a la vista. Numerosos árboles se han secado por falta de agua y algunos, como en el lateral de la Av. de Circunvalación, fueron salvados por los vecinos gracias a las mangueras que ponen por las noches y, además, están aquellas especies que no resisten los rigores climáticos. Sobre esto hay incoherencias porque oficialmente se pide especies nativas a las empresas con programas de forestación, pero esa norma no la cumplen municipios ni reparticiones, porque plantan especies inapropiadas para la zona y se secan a los pocos días, o conflictivas como la morera híbrida en los barrios, o aquellas ubicadas como simple decoración y sin posibilidades de la sombra que se busca, caso de algunas palmeras.
Por estas connotaciones, San Juan necesita un programa integral y sustentable para ganarle al desierto forestando los espacios públicos y aportando soluciones a la actividad privada que lo requiera. Las especies deben ser las óptimas, el riego asegurado y la conservación celosamente resguardada con un inventario que demuestre los resultados.
