El papa Francisco, en la Exhortación apostólica "Amoris laetitia", ha señalado la oportunidad de aprovechar la celebración de San Valentín para ayudar a los enamorados a crecer en el amor: "Todas las acciones pastorales tendientes a ayudar a los matrimonios a crecer en el amor y a vivir el Evangelio en la familia, son una ayuda inestimable para que sus hijos se preparen para su futura vida matrimonial.

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A San Valentín se lo considera el patrono de los enamorados, ya que este sacerdote dio su vida en el martirio por casar a los jóvenes enamorados. Frente a la valentía de San Valentín de "jugarse" por el amor y el matrimonio, Francisco invita a los novios a no tener miedo al "sí al amor para siempre". "Queridos jóvenes, no tengan miedo a casarse. Unidos en matrimonio fiel y fecundo, serán felices" (Plaza de San Pedro, ante más de veinte mil jóvenes, Día de San Valentín, 14/02/2014).

"Los enamorados son los mejores amigos. Amigos con amor especial e incondicional y mirada comprensiva. Ambos devienen en compañeros de ruta...".


Es importante preguntarnos, si es posible amarse "para siempre". Actualmente, muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible y esta mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: "Estamos juntos hasta que nos dure el amor". Pero, ¿qué entendemos por "amor"? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica? Si es así, no se puede construir sobre ello nada sólido. Ciertamente, el amor entre los novios nace como "amor-eros" (amor sentimental) relacionado con el atractivo físico, la "piel" o la "química",pues es el "gancho" que Dios puso entre varón y mujer, que se atraen y gustan naturalmente y son complementarios. Entonces, surge el bello mundo de las emociones, sentimientos, pasión y sensualidad. Así nace el amor-sentimiento en la pareja, pero el amor no se puede quedar ahí, debe crecer, hacerse fuerte y superar lo meramente sentimental. Lamentablemente, la cultura actual confunde el amor-eros con amor "para siempre". Se queda en el principio del amor verdadero, en lo externo del ser.


El amor está hecho para crecer con el "amor-philia" (amor de amistad), gracias al tiempo compartido yal diálogo frecuente y las experiencias vividas. El conocer íntimamente al otro tal como es, los transforma en los mejores amigos, a quien se le confía todo, las penas y alegrías, las dudas y expectativas, en las buenas y en las malas. La palabra "amistad" viene de amor; amigo es quien ama y por lo tanto, busca la felicidad del amado. Y, por fin, el amor madura con el "amor-ágape" (amor de donación) que busca, no el propio bien sino el bien del otro por sobre el propio bien. El amor maduro es "la donación de sí mismo" a la persona amada. No es solo posesión (te quiero) sino principalmente donación (te amo). No es "quiero que me hagas feliz" sino "quiero hacerte feliz". Amor sólido y fuerte, que acepta a la persona entera, no solo con las cosas buenas y positivas que agradan, sino también con los defectos que todos tenemos. Se acepta al otro tal cual es, con quien se va a compartir y condicionar toda la vida. Amar es dar sin esperar nada a cambio.


Este amor humano (eros-philia-ágape) puede ser sobrenaturalizado si es asumido y perfeccionado por el "amor-divino" o caridad, que los esposos reciben en el sacramento del matrimonio. "El amor es dar la vida por el amado", es sacrificado y abnegado, como el amor de Cristo por nosotros.


La vida de los enamorados es un constante perfeccionamiento en la capacidad de amar al otro como Cristo nos ama.


Por Ricardo Sánchez Recio, Profesor- Orientador Familiar- Licenciado en Bioquímica.