Según el Ministro de Trabajo de la Nación, las primeras negociaciones salariales de este año van a marcar un sendero, ante la necesidad de establecer un equilibrio entre demanda y oferta a fin de no poner en riesgo el nivel ocupacional de más de doce millones de argentinos.
En el actual contexto económico es necesario detener la carrera de precios y salarios y no sólo como dice Carlos Tomada que "’los salarios acompañaron a los precios” como en el 2013, cuando prácticamente todos los sectores laborales reclamaron una ayuda de emergencia en diciembre, la que fue otorgada en virtud de la caída del poder adquisitivo. Es cierto también, como dice el funcionario, que "’nadie firma lo que no puede pagar y nadie pide lo que no le pueden pagar”, una realidad que lleva a la reflexión de los actores sociales para actuar con responsabilidad en una próxima negociación colectiva de trabajo.
Actuar con mesura en esta instancia implica replantear la economía para encuadrarla en un escenario de credibilidad, que permita controlar la inflación hasta bajarla a niveles del mundo en desarrollo, sin generar recesión. Es decir, sin enfriar la economía como dictaban las perniciosas recetas del FMI en la década del "70, o la contrapartida de quienes señalaban a las pujas sectoriales como causantes de la estampida inflacionaria. Por eso ahora es necesario terminar con las expectativas cortoplacistas para cubrirse de los malos augurios, sin fortalecer la macroeconomía. Los empresarios también deberán aportar una disminución de sus expectativas de ingresos, para acompañar una economía equilibrada.
Frente al temerario sálvese quien pueda, es necesario sincerar precios y tarifas públicas para alejarlas de la subsidiaridad; disponer de una moneda estable, sin fuga de divisas, para lo que se requiere disciplina fiscal, disminuyendo algunos impuestos y controlando el gasto público, verdadero estigma en la crisis. Y, fundamentalmente, atraer inversiones brindando un marco político de certidumbre, una estrategia transparente y con apoyo de todos los actores para asegurar continuidad y la credibilidad al modelo.
El sacrificio debe convocar a todos los argentinos, ya que la historia nos recuerda que ningún acuerdo sectorial, por sí solo, ha solucionado problemas de fondo. Menos lo podrá hacer un centenar de productos acotados, mientras las demandas salariales superarían el 30% y, en igual porcentaje, la expansión del gasto público en 2014, generando mediante la devaluación un escenario inflacionario de consecuencias funestas.