El domingo 18 de enero 1812, en un día con un viento cruel, zarpó desde Londres la fragata "George Canning'' con unos veinte pasajeros rumbo a América, Uno de ellos era nada menos que el teniente coronel de Caballería, Don José Francisco de San Martín. Luego de 50 días de navegación llega al puerto de Buenos Aires, en lo que constituía una noticia alentadora porque este oficial venía a ponerse al servicio de la Revolución de Mayo, el grito de libertad que aquellos hombres criollos, porteños revolucionarios con su intención de independizarse de la corona española y formar un gobierno propio.


Se puede decir "que el hombre que salvó la revolución de mayo, fue San Martín''. Eran tiempo difíciles, la revolución hacía agua por todos los flancos, y este hombre se puso al servicio de la Patria naciente. Fundó un regimiento, que fue y es modelo hasta los días de hoy, el Regimiento de Granaderos a Caballo, con el que obtuvo el bautismo de fuego en aquel 3 de febrero 1813, durante la Batalla de San Lorenzo. Fue el único combate que el Padre de la Patria celebró en nuestro suelo. Luego de un fugaz paso por el Ejército Auxiliar del Norte, remplazando a Belgrano, contra su propia voluntad. No estaba de acuerdo con la decisión de reemplazar al Gral. Belgrano, "El Napoleón Americano'', como San Martín lo había definido.


Llega el año 1814 y San Martín es nombrado gobernador de Cuyo, quizás el más trascendental nombramiento que sirvió para salvaguardar la empresa de Mayo. Fue acá, en nuestro suelo, la génesis de nuestra nación sustancial, para lograr esa meta. Lo que fue un proyecto totalmente porteño, San Martín y los cuyanos lo hicieron realidad. En nuestra ciudad el clima no era muy pacífico. Olas de resentimientos, odios suspicacias y desconfianza recíprocas asolaban a San Juan. Era una partida harto difícil lo que ocurría en el panorama interno. Había grandes diferencias en la población, sumado esto con un afanoso deseo de cierta parte de la población de ser autónomo, es decir de no pertenecer a Cuyo (Mendoza y San Luis). Fue la pronta acción de San Martín, donde muchas veces la energía tenía que ceder a la diplomacia, lo que destituyó ese sentido egoísta que había en un sector de los pobladores de esta ciudad, muchos de ellos hispánicos que veían que pronto el poder absolutista se terminaba. Aires de libertad se husmeaban en el ambiente.


El 25 de mayo de 1815 San Martín llega por primera vez a San Juan para solucionar estos problemas de aquellos habitantes díscolos, como se los llamó. La generosidad y la habilidad política del Libertador desbarató por completo, esa encrucijada de los autonomistas para hacerle saber que no eran tiempos de separarse. Eran, al contrario, épocas de alianza de caminar todos juntos hasta lograr la independencia que se alcanzó en 1816, con la gran participación de los sanjuaninos Fray Justo Santa María de Oro y Francisco Laprida, y los representantes mendocinos Tomás Godoy Cruz y Dr. Juan Agustín Maza. El esfuerzo de los cuyanos y del Padre de la Patria se vio plasmado aquel martes 9 de julio 1816 donde logramos ser una nación libre y soberana.

Carlos Alberto Basualdo
Secretario de la Asociación Cultural Sanmartiniana de San Juan.