Cada vez más padres y alumnos tienen una actitud reactiva hacia la labor escolar. Los padres se quejan muchas veces de la falta de motivación de sus hijos hacia la escuela y claro está que para los padres la falta de esta motivación es inducida por docentes. Esto cada vez está ocurriendo más, sobre todo en secundaria. Está claro que hay asignaturas que toda la vida han sido consideradas como más aburridas y difíciles, pero esta actitud puede cambiar al empleo de estrategias oportunas. Los padres tienen un papel fundamental en la educación y la crianza de los hijos. Su personalidad y su modo de hacer las cosas van a constituir un referente básico junto con el de la madre en la niñez del hijo. Si fuerte se ha establecido el vínculo afectivo en las primeras edades, tanto será, en etapas más futuras. Podrán cambiar las formas en las que se articula esa relación -más directivo en la niñez, más de apoyo en la adolescencia y la madurez- pero si lo hacen bien, siempre se constituirán como un referente moral y ayuda incondicional en las subsiguientes etapas de la vida de su hijo. (Hacer familia - Instituto de Orientación Familiar Coincidir).


Así mismo, la vida de un niño debe ser basada en el respeto, el amor, el cariño, las oportunidades, el apoyo emocional y sobre todo el enseñar a los niños que son capaces de conseguir lo que quieran y deseen. Pero para que todo esto sea así, los padres deben demostrar a los niños que les importa todo lo que le ocurre las 24 horas del día, y eso por supuesto tiene que ver con la escuela.

"La vida de un niño debe ser basada en el respeto, el amor, el cariño, las oportunidades, el apoyo emocional y sobre todo el enseñar a los niños que son capaces de conseguir lo que quieran y deseen".

Muchísimos autores destacan la importancia de que la educación e instrucción sean procesos de colaboración entre la escuela y las familias y además señalan gran cantidad de efectos positivos sobre los niños/as, los padres y madres, los/las profesores/as, el centro escolar y sobre todo para la comunidad en general.


A partir del siglo XX la labor del maestro, enseñanza de materias y métodos usados, se alejaba totalmente de las experiencias de los padres y madres, que no tenían ni voz ni voto en la escuela. Por tanto empezó a separarse las responsabilidades de la escuela y la familia. Esta perspectiva ha ido desapareciendo en estos últimos años con la idea de que las responsabilidades son compartidas. Es evidente que la educación de los niños/as de la sociedad debe ser responsabilidad compartida entre los padres, madres y los profesionales y se debe evitar antagonismos o discrepancias entre ambos.


Por otra parte, el aporte de la participación de los padres en la formación del alumno contribuiría a nuestro entorno social, pues, de cada veinte jóvenes cuatro están en situación de paternidad o maternidad lo que significa que por doscientos mil jóvenes sanjuaninos, cuarenta mil tienen compromiso de progenitura o ascendencia familiar. Reconocemos el esfuerzo y ampliación de las efectivas políticas sociales y públicas a favor de los más necesitados cuya inclusión social destierra el síndrome de la discriminación y desigualdad, pero apoyamos con firmeza y convicción razones superiores de educación y formación como prioritarias de una política social, humanista y comprometida con la dignidad de la familia, donde la intervención de los padres en el campo educativo es crucial.

Por Mario Daniel Correa D'Amico
Filósofo y pedagogo, profesional de la educación con doctorado y especialización en el área.