ÚLTIMA NOTA
 
Ante el contexto de cambio enunciado en la nota anterior, el cual como todo proceso mundial llevará décadas, y ante la inminencia en el futuro de economías proteccionistas y autosuficientes, desde la realidad económica de nuestro país se deben considerar cuatro ejes fundamentales de desarrollo: 


* El autoabastecimiento energético a partir de la potenciación en la explotación de energías tradicionales (petróleo) y no convencionales. 


* La continuidad en el proceso de industrialización del país. La pretendida Industrialización sustitutiva de Importaciones que en dos facetas (industria liviana y pesada) fuera parcialmente desarrollada en Argentina, debe continuarse y potenciarse. 


En términos de autosuficiencia de productos industriales, Argentina debe llevar a cabo un proceso de apertura de importaciones inteligentes, facilitando la introducción de bienes de capital con agregado tecnológico y no el todo por dos pesos que ha caracterizado nuestros procesos de apertura. 


* El fomento de la inversión en una tecnología propia a nivel de producción de software, medicamentos y servicios de alto valor agregado entre otros. 


* El sostenimiento y fortalecimiento de nuestro sector agro-industrial con sus múltiples ventajas comparativas y competitivas es la clave. En un mundo con necesidades alimentarias crecientes en virtud del fuerte crecimiento demográfico, el proteccionismo no podrá afectar la importación de alimentos, la producción de calidad y cantidad de alimentos y su exportación al mundo deben ser la base para la reconversión industrial y tecnológica que necesitamos en nuestro camino hacia la autosuficiencia. 


En forma independiente de las características histriónicas y desagradables de los personajes que hoy lideran este proceso a nivel mundial, las nuevas reglas de juego están siendo impuestas y la cancha se está marcando, de nosotros depende que en este nuevo contexto internacional que se avecina seamos exitosos. A nuestro favor cuenta la potencialidad y pertenencia de vastos recursos naturales y el ingenio y la versatilidad de nuestros recursos humanos; en nuestra contra pesa la falta de políticas de Estado y la inexistencia de líderes que hayan sabido interpretar y decodificar los procesos y oportunidades que representan los cambios en la coyuntura internacional.