El presidente venezolano Hugo Chávez tiene detractores pero también seguidores. A la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que acaba de concluir en Aruba, llegaron a la sala de sesiones periodistas del estatal Canal 8 y Avila TV de Venezuela, que lejos de reportar lo que estaba sucediendo en las discusiones, se pusieron a increpar a los socios venezolanos de la SIP, como David Natera del Correo del Caroní, Guillermo Zuloaga de Globovisión, Marcel Granier de RCTV y Miguel Henrique Otero de El Nacional, además de otros miembros de la SIP como el uruguayo Danilo Arbilla y el colombiano Enrique Santos Calderón.
Aunque como periodistas no estaban autorizados a hablar, sino a cubrir la información, es decir lo que realmente hace un periodista que se acredita, uno por uno los comunicadores chavistas tomaron el micrófono y comenzaron con sus andanadas en contra de los "burgueses de la prensa" de "ser responsables del golpe de Estado" de 2002 y de ser la oposición política del gobierno bolivariano. Además de defender la revolución chavista y de gritar en reiteradas oportunidades que lo que hay en ese país es "una verdadera revolución" y que "tienen que aceptarlo", según las palabras amenazadoras.
Los pobres argumentos de estos periodistas gubernamentales y de un funcionario de Conatel, entidad oficial que tiene en su haber el cierre y el acoso de RCTV y Globovisión y el cierre de 32 radios, además que participó en cuatro o cinco asambleas para increpar a los miembros de la SIP -fueron refutados en un debate desigual donde los chavistas intercalaban a gritos acusaciones sin argumentos y no querían dejar el micrófono. El ex presidente de la SIP, Santos Calderón, les refutó el cinismo y les dijo que "eran (los periodistas chavistas) una vergüenza para el periodismo latinoamericano, porque no son periodistas, sino cotorras provocadoras".
Por la transmisión en directo de Globovisión y el uso del Twitter en la sala de deliberaciones, reflejada en una pantalla gigante, se observaron cientos de tweets, en su mayoría refiriéndose a las violaciones a la libertad de prensa en Venezuela y al uso de cibermilitantes de parte del gobierno, quienes escribían mensajes en contra de los "burgueses explotadores" de la prensa. Se trata de la obediencia debida impuesta por Chávez, ya aplicada con la orden de interferir o censurar Internet. De inmediato un batallón de "soldados" le mostró pleitesía y subordinación, incluyendo a los diputados partidarios.
Pero es increíble que puedan haber otros obedientes, como la fiscal general Luisa Ortega, quien por una cuestión de principios debería, por lo menos aparentar, cierto grado de independencia que es necesaria para que la gente pueda confiar en un ministerio público que debe representar al Estado no al gobierno, es decir a todos los venezolanos y nos solo a los identificados con un bando.
Pero bueno, la fiscal es así, subordinada. El año pasado no tuvo suerte de que el Congreso la escuchara con su pedido de que se regulen los "delitos mediáticos" porque hasta los propios diputados chavistas le pareció una barrabasada. Ahora, para evitar que Chávez la rete públicamente, como ya lo hizo si no accionaba contra Globovisión, le está pidiendo a la Asamblea legislativa que regule sobre internet como su patrón lo solicitó.
"CHÁVEZ no tiene reposo en buscar que lo poco de democracia que le queda a Venezuela se vaya tornando cada vez más roja, para lo cual tiene soldados bien pertrechados, como la fiscal Ortega."