Peter Sloterijk es un filósofo que enseña en la Universidad alemana de Karlsruhe. En julio de 1999 pronunció una célebre y polémica conferencia en el Castillo de Elmau, Baviera, titulada "Reglas para el parque humano. Una respuesta a la Carta sobre el humanismo". Obviamente entiende dialogar y apuntar ideas a las del filósofo M. Heidegger. En el mencionado texto, el autor reprocha al humanismo actual dos cosas: su sentimiento de culpa ante los horrores de la primera mitad del siglo. Y por otra, el temor ante la técnica y la incomprensión de que la técnica es y ha sido un componente esencial del ser humano. No hay otro modo de interpretarlas sino como una amiga del hombre.
Pero la técnica actual ha operado profundos cambios. Saber leer y escribir era un logro importante del humanismo hasta la llegada de la radio, 1918, y luego, desde 1945 la TV. Se asiste a un hecho inédito en el mundo: la gente conoce y se comunica al instante. Tales medios nuevos son medios "posliterarios" y de algún posthumanísticos. La nueva globalización altera las relaciones mismas, con sus más y sus menos. Ha dejado rezagada la lectura del libro, que ya no forma un emblema de identidad nacional, como otrora. ¿Qué educará al futuro?
Pero importa referirnos al interés del filósofo alemán por la técnica aplicada a la genética. Esto dio lugar a unja fuerte polémica con Junger Habermas, para quien el autor de la "Reglas para el parque humano" se aproximaría peligrosamente a las antiguas propuestas del nazismo para optimizar la especie humana.
El hombre dice Sloterdijk es un ser esencialmente técnico; su naturaleza inconclusa frente a los demás animales -adecuados éstos al entorno por sus seguros instintos- le ha obligado a crearse un habitat protector, para concluir por sí mismo lo que la naturaleza había dejado incompleto. Es por eso que para el autor, un producto de técnicas, es un producto de antropotécnicas.
Pues bien, el humanismo en sus variadas formas -cristianismo, existencialismo, marxismo- etc- habían sido una antropotécnica, un conjunto de reglas para terminar de formar – de "domesticar", en el lenguaje desafiante del autor- al inconcluso animal humano. El problema del nuevo humanismo o post humanismo, es precisamente elaborar renovadas reglas para el parque humano.
Esta conferencia de Sloterdijk ha provocado reacciones y debates. La más resonante fue la de Habermas.
Si la preocupación del filósofo es preservar lo humano, creo a mi entender que lo primero es alejar la amenaza del eugenismo, de la selección antinatural del hombre, del descarte de rostros, pobres e invisibles como los embriones humanos. Pero en la base, afirmar la irrenunciable dignidad de todo ser humano que viene a este mundo no por azar.
Slotedijk termina su conferencia echando de menos la autoridad del sabio, que se ha quedado sólo con sus libros, casi sin amigos, detenido en el sótano del archivo donde la cultura humanista agoniza. Pero, ¿qué aurora nos espera? ¿Qué podrá educar al otro? El autor no nos lo dice: "se impone la idea de que nuestra vida es la respuesta indecisa a preguntas. Preguntas que ya olvidamos dónde fueron formuladas".
La actual cultura necesita de faros luminosos. ¿No será uno de ellos, quizá el más fuerte, el humanismo cristiano que continuamente repropone -renovado en su lenguaje y sus propuestas- a la razón sus mejores frutos del ayer y del ahora? Pienso que sí. La persona, redimida en Cristo, alcanza salud social por la insustituible educación.