El ostentoso anuncio británico sobre una enorme reserva petrolera en torno a las islas Malvinas, parece esfumarse ante las frustraciones reveladas por las propias compañías que dieron informes alentadores al gobierno isleño tras las perforaciones iniciales. Si bien no se duda del potencial de reservas de hidrocarburos en las Malvinas, todo indica que la complejidad de las operaciones en aguas inhóspitas y sin apoyo logístico de puertos sudamericanos -entre otros imponderables de distancias y servicios- haría prácticamente antieconómico extraer crudo en estas condiciones y los valores de mercado. Se suman cuestiones diplomáticas y políticas como la protesta argentina ante Londres, su repercusión en la ONU y la solidaridad latinoamericana y de diferentes países por la usurpación colonialista de nuestros territorios australes.
Lo cierto es que por falta de certezas una petrolera suspendió su proyecto de perforaciones y otra decidió retirarse. Falkland Oil & Gas sufrió el aplazó de su licencia en el área norte, lo que implica un duro revés al polémico programa de exploración, y su socio, BHP Billiton, decidió el retirarse de la licencia sur. "Falkland Oil & Gas cree, basado en los resultados de la perforación del pozo Toroa analizados a la fecha, que esas licencias aún son prospectivas”, dice el escueto comunicado.
De todas maneras se habla cautelosamente de postergación y suspensión, porque en materia energética la rentabilidad es la que manda, más en un mundo acotado en reservas de combustibles fósiles, por lo cual los planteos argentinos acerca de nuestra soberanía no deben cesar. Si la cuenca petrolera malvinense es real, cuando los precios lo justifique no habrá complejidad logística que frene la explotación.
