El destino quiso que Américo García, exgobernador de San Juan y tío carnal de mi esposa, me regalara un ejemplar autografiado de Petróleo y Política, obra base del programa presidencial de Arturo Frondizi, fundador del desarrollismo en la década del "50 del siglo pasado. Más de seis décadas después, las movilizaciones del inicio de este 2022 en Mar del Plata para oponerse a la instalación de una plataforma de perforación para explorar mar adentro frente en las costas del balneario, me hicieron recordar hechos de cuando Frondizi fue Presidente. El terraplanismo y los antivacunas covid se ubican en la misma vereda de quienes aún discuten lo indiscutible con argumentos diversos, la necesidad de que Argentina se provea de petróleo y, consecuentemente, de energía. A principios del siglo pasado, Henry Ford se animó a destilar gasolina, muy inestable e inflamable, pero, a la vez, más eficiente que el kerosene que, con mucho menor octanaje, encendía los faroles de las calles, pero no daba suficiente velocidad a los motores de explosión de sus autos. Otro genio, como Nicola Tesla, debatía con su mentor y maestro Thomas Alva Edison sobre la electricidad, si debía ser segura como la corriente continua que defendía Edison o eficiente como la que defendía Tesla. La historia demostró que tanto Ford como Tesla tuvieron razón, si se toman las precauciones suficientes, todo se puede hacer, hasta usar la energía nuclear. Ya nadie se siente amenazado por el tanque de nafta del auto que tiene estacionado en el garaje ni la estación de servicio de la esquina del barrio. Tanto la electricidad como el combustible de alto octanaje pudieron ponerse al servicio del progreso moderno una vez que se tomaron los cuidados para su manejo. Lo mismo se podrá hacer con la plataforma marina que temen los marplatenses o al menos un grupo por ahora pequeño de ellos. Según parece, el plan de exploración y eventual posterior explotación petrolera en las costas frente a la feliz viene de la época del ministro de Macri, José Aranguren, recordemos que estas obras llevan largos años para ejecutarse, como los 25 que median entre el descubrimiento de un yacimiento y la formación de una mina. La cuestión pondrá al descubierto la capacidad política del intendente de Juntos por el Cambio Guillermo Montenegro, quien ya fue destinatario de las primeras manifestaciones de "ecologistas" que no tienen la precaución de llegar con sus trapos de a pie o en bicicleta, sino montados en sus vehículos impulsados por nafta o gasoil, propios o colectivos. Si se ha de extraer el maldito oro negro, que sea en el sur o en algunas de las 17 plataformas que tiene programadas Petrobras en las profundidades del mismo mar Atlántico, el cual no reconoce divisiones fronterizas y que, de contaminarse, dará igual que sea más al norte o más al sur. Si es por contaminación, hay que recordar que hasta pocos años atrás Mar del Plata vaciaba sus heces en plena playa de Constitución que ahora, justo es reconocerlo, por obra de María Eugenia Vidal se instaló un caño que sigue arrojando las aguas servidas en el mar, pero más lejos, kilómetros adentro, con lo cual las aguas de Constitución han vuelto a ser claras. Durante más de un siglo, los vecinos estuvieron volcando sus residuos íntimos al punto que, si uno se arriesgaba a bañarse en esa zona, podía encontrase en cualquier momento nadando en compañía de alguna sorpresa, del tipo que los niños llaman delicadamente "caca". Todo resulta tan interesante en lo político que Fernanda Raverta, titular de ANSES, la obra social de los jubilados, la más grande del país, ha debido meterse de cabeza en la cuestión sin que, obviamente, su repartición tenga nada que ver en el asunto. Lo hizo en el acto de lanzamiento de beneficios veraniegos a sus afiliados expresando que hay que compatibilizar el crecimiento económico con el medio ambiente. Para una buena lectura no es poco viniendo de una de las figuras más salientes y con más futuro de La Cámpora, agrupación del peronismo que suele ser reticente a este tipo de afirmaciones y más proclive a decir lo que el público quiere escuchar. Su discurso sonó como apoyo a la autorización dada por el presidente Fernández para el inicio de esas tareas. Nuestro país tiene dos grandes fuentes de déficit fiscal: los subsidios a las tarifas de servicios del AMBA, la zona más rica y poblada de la Argentina y las importaciones de gas, es decir, ambas vinculadas con la energía. Teniendo en el subsuelo grandes reservas de gas y petróleo se los importa y para beneficio de quienes podrían pagar sus piletas climatizadas o los amenities de sus edificios. Imposible que alguien de afuera pueda comprender esto y menos quien nos presta plata. No sería extraño que por ahí pasen algunas de las charlas del ministro Guzmán con nuestros acreedores. Decíamos antes que en estos días se podrá apreciar el temple del intendente Montenegro. Esto no es jurisdicción de Mar del Plata, que solo es una ciudad de un partido de la provincia de Buenos Aires, es decir ni siquiera es provincia, con lo cual queda exenta de algún reclamo de tipo federal. La Constitución Nacional confiere a las provincias el derecho sobre los bienes de su territorio y el cuidado de su ambiente para el que la Nación solo puede dictar presupuestos mínimos. No obstante, el intendente deberá tomar posición frente a sus votantes. Sería curioso pero no del todo extraño que la zanja ideológica entre el Frente de Todos nacional y la oposición de Juntos por el Cambio comenzara a sellarse ante la aparición de un adversario común a ambos como serían los ambientalistas marplatenses. Ambos deberían estar dispuestos a pagar los costos políticos que fuera necesario para beneficio de la totalidad del país. Paradójico sería que estos ambientalistas fueran quienes comenzaran a cerrar la "grieta". Que así sea.