La vida tiene tres pilares fundamentales, salud, educación y seguridad; se derrumba completamente si alguno de sus tres pilares que la sostiene cae. Y si aquellos que trabajan como soporte de esos tres pilares -médicos, profesores y policías- no son considerados y a causa de ello decaen, pierde su valor.

Cuéntase que cierta vez hubo una majestuosa ciudad, la más hermosa, la más linda, una ciudad que sorprendía a cualquier persona del mundo porque su arquitectura y forma de vida estaba tan ordenada, que cualquier visitante jamás podía suponer lo que allí ocurría. Y es que cualquier hecho que acontecía pasaba tan desapercibido que por más noticia que fuera se imponía ese orden aparente que en ella reinaba. Si un médico salvaba una vida se pasaba por alto, si un profesor enseñaba a razonar para descubrir la verdad, era un simple ejercicio y si un policía arriesgaba su vida para proteger a una persona, era simplemente su deber. Lo cierto es que no sorprendía a nadie si estos hechos de todos los días, seguían su curso.

Esta ciudad, creía que con un simple comprimido se paliaba la salud, con una sencilla tiza se educaba y con una sonora sirena, todo estaba en orden y nada se alteraba, tal es así que ya nada hacía suponer y nadie estaba persuadido del valor que tenía la vida misma y del incondicional desvelo que cada profesional hacía para sostener su dignidad.

Con el tiempo esa ciudad cayó en caos, y por más esfuerzo, dedicación y arrojo que sus profesionales tuvieran, la enfermedad, vidas se cobraba, jóvenes y adultos perdían la capacidad de razonar y el delito había tomado presa a la ciudad. Sin embargo, mientras esto ocurría, la ciudad, mantenía su impresionante esplendor, pues todos trabajaban para que ello no se perdiera, y con el tiempo, ya nadie reparaba en el valor de la vida, pues la ostentación, el decoro y la alegría, eran lo más importante, tal es así que ya no importaba si un médico salvaba una vida, si un profesor enseñaba la práctica de la moral o si un policía impedía un homicidio, pues primaba una obligación, dedicación o deber como cualquier otro trabajo ,pues, en definitiva todos tenían un mismo sueldo por el cual se evaluaba su condición laboral.

Cuando aquellos que gobernaban y dirigían los destinos de la ciudad probaron suerte con el avance de la enfermedad y la decadencia de la razón instalándose la corrupción, fueron víctimas también de la pérdida y consideración que tiene la vida e instaron en demanda de la situación a formar un consejo para la salud, una escuela para ciudadanos y un centro urbano de seguridad policial para dar respuestas.

Los primeros resultados de las deliberaciones fueron: de parte de los médicos, valorar la salud y la vida, de parte de los profesores, estimar el aprendizaje y la búsqueda de la verdad y finalmente, de parte de los policías, apreciar el valor de la vida misma, afirmando todos ellos en sus conclusiones que para que los dificultades no aumentaran, había antes que prevenir, formar y amparar la vida. Además entre sus peticiones, proponían a sus gobernantes, que fueran ellos mismos quienes jugaran valor económico a los salarios de los profesionales de la salud, la educación y la seguridad y se dictaran normas que garantizaran su ejercicio.

Las respuestas de los gobernantes, fueron negativas sosteniendo ellos mismos que las conclusiones y propuestas de los profesionales eran carentes de sentido común y que el estado no podía responder económicamente esperando de ellos, mayor sacrificio, superior esfuerzo y exclusiva dedicación.

Finalmente y para dar definitiva solución al problema y observando que no había forma de sostener ante aquellos los principios que la vida sustentaba y el soporte que para ella significaba la dedicación del médico, el esmero del profesor y la osadía del policía, estos, reunidos en Asamblea, resolvieron firmemente continuar con el compromiso asumido sin esperar ser reconocidos como "pilares para la vida''.