3,3 es uno de los porcentajes de desempleo más bajo que registra la historia estadística de la provincia de San Juan. La cifra surge de la publicación de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC y corresponde al primer trimestre de 2020. Además de esta buena noticia en tiempos en que escasean, hay que elogiar el trabajo de Marco Lavagna, hombre de Sergio Massa, actual director del Instituto de Estadísticas nutrido por datos de todos los aglomerados urbanos del país. Atractivo diseño gráfico y alta credibilidad, tanto que los números son malos para la administración Fernández con saldos negativos en todos los rubros. Falsear los datos, como era costumbre de la administración antes orientada por el satánico Guillermo Moreno, es como romper el termómetro que da positivo del coronavirus. Una medición bien hecha al ser publicada da una segunda ventaja, no sólo el gobierno puede saber dónde está parado para diseñar medidas sino que también se notifica a la población con transparencia, que debe ser la característica imprescindible de una democracia. Un cirujano que pretenda o se vea obligado a intervenir sin diagnóstico asume el riesgo de perder la vida del paciente. Un político que tome decisiones sin la planilla de los análisis se enfrenta a una multitud de incógnitas y será acompañado por el fantasma del error. Buena primera señal del INDEC en esta nueva gestión. La oficina de estadísticas y censos debiera quedar ajena a toda presión electoral o partidaria así como tantas otras de un Estado que debe discriminar entre lo institucional y los márgenes de arbitrariedad que se asignan al dirigente. No sirve un Estado de burócratas insensibles y tampoco uno lleno de amigos incapaces. Volviendo a San Juan, la cifra del 3,3 por ciento de desempleo se asocia a un buen nivel de actividad, el 41,7 por ciento. Si bien es más bajo que la media nacional que llega al 47, es sensiblemente más alto que el promedio que veníamos teniendo en anteriores trimestres. ¿Qué significa esto? Vamos a un ejemplo. Tengo 100 habitantes de una zona de los cuales 47 están en condiciones y quieren trabajar. Si solo 37 de ellos lo consiguieron, tengo una desempleo del 10 por ciento. Del mismo modo, si pretenden trabajo 42 y sólo consiguieron 37, el índice de desempleo será paradójicamente más bajo, del 5 por ciento. El número de gente trabajando será el mismo pero el desempleo dará más alto en aquella ciudad que tenga un mayor nivel de actividad, recordemos que la base de ambos fue 100 personas. También suele darse la paradoja de que haya más gente trabajando pero que el índice de desempleo sea más alto. Supongamos que fueran 60 de entre 100 quienes piden trabajo y sólo consiguieran 45. Tendríamos 45 trabajadores de entre 100 y un índice de desempleo del 15 por ciento. A la inversa, si de 100 personas sólo 35 quisieran trabajar y lo consiguieran 32, nos daría un índice de apenas el 3 por ciento. 100 casos en ambos lugares, 45 trabajando en uno y 32 en otro, no obstante 15 por ciento de desempleo en uno y 3 en el otro. En Buenos Aires es costumbre que toda persona de una casa busque trabajo. En otros lugares el hábito puede ser distinto y hasta puede que se vea al trabajo como un deshonor. Algunas culturas en que se estila exigir que los jóvenes "se ganen el peso" y otras en las que se entiende que los padres los deben proteger hasta la avanzada adultez. Por eso, el índice crudo no dice toda la verdad, se debe comparar con el nivel de actividad. El caso de San Juan es bueno por las dos partes, por haber crecido el nivel de actividad y por haber bajado el desempleo. La gente requirió más trabajo y el trabajo se creó. La combinación de los dos índices nos permite saber que iniciamos la cuarentena con una buena base o con algún resto para aguantar o recuperar más rápido. Además, como ya hemos comentado en otras ocasiones, tenemos la ventaja de la suba de precio de los metales preciosos que nosotros producimos, hay quienes aventuran que el oro podría trepar por encima de los 2.000 dólares la onza, desde los actuales 1.700. Eso garantizará la continuidad de las explotaciones y puede acelerar inversiones en proyectos ya en marcha así como el incremento de producción de los yacimientos vigentes y el aprovechamiento de residuos de baja ley que, a bajo precio, estaban condenados a ser basura. El Estado dispone de un capital seguro al plazo de una década con el cobro de regalías y el incremento del 50% del fideicomiso de Veladero iniciada su nueva fase. De necesitarlo, podría acudir a ese respaldo para conseguir préstamos directos o emitir algún instrumento financiero con esa base para obtener liquidez inmediata. Recientemente la legislatura autorizó un endeudamiento por hasta $ 8 mil millones para cubrir el natural faltante presupuestario por menor recaudación y el Ejecutivo puso como garantía los recursos por coparticipación, a su vez, todavía cuenta con el Fondo Anticíclico. Es muy probable que con los intereses de ese fondo se paguen las cuotas del nuevo crédito, sin tocar todavía otras herramientas como las aquí descriptas. Será como jugar una partida difícil pero habiendo ligado buenas cartas y con un pozo que puede resistir. Una mínima pericia del jugador le garantizará, al menos, empatar la partida, que en estas circunstancias mundiales ya es mucho. Completan la escena un panorama político estable, una oposición responsable, un sector gremial tranquilo y una paz social que acompaña estos últimos años. La reciente convocatoria a sectores diversos de la economía real a participar de debates sobre cómo actuar para reactivar y asistir a los necesitados así como luchar para mantener nuestro buen estado sanitario, también es una buena decisión que abre el panorama para que todos nos sintamos parte del resultado. Ese 3,3 del primer trimestre es seguro que no podrá mantenerse para el segundo, pero al menos es un buen punto de partida.