El monolito en honor a Aberastain y su aspecto actual.


A un siglo y medio de su muerte, los sanjuaninos no hemos hecho lo suficiente para reconocer a un indiscutido valedor de la libertad en uno de los momentos más acuciantes de la Organización Nacional. Por ello esta reivindicación reconforta a todos e invita a conocer más su figura en los anales provinciales.

Desde niño mostró una moral severa y muy pronto se ganó la fama de "justo, honrado y sabio", a través de sus estudios que comenzaron en la escuela de la Patria de nuestra Ciudad, logrando de joven el título de doctor en jurisprudencia en la Universidad de Buenos Aires. Precisamente, el escritor Mario E. Videla Morón en su "Reflexiones sobre el pasado sanjuanino e incursiones en el de Cuyo y Chile" (1965), lo considera con principios, fortaleza moral y física para soportar la adversidad, el sufrimiento y el martirio".

Tenía "pasta de héroe y de santo", agrega. Así, el propio gobernador Nazario Benavídez, al concluir Aberastain los citados estudios universitarios, lo nombró "juez de alzadas", es decir que fue el primer magistrado de la provincia.

En ese puesto se hizo famoso por su ilustrada imparcialidad, y llegó a rechazar años después la presidencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que le ofreciera Justo José de Urquiza, "por no entusiasmarle su Confederación cismática", según Juan Faustino Lorente en el Boletín de la Junta de Historia de San Juan (primer semestre de 1945).

A pesar de sus rígidas funciones públicas, le gustaba mezclarse con el pueblo siempre que podía, sobre todo en actividades culturales como el teatro y la música.

Precisamente preocupado por elevar el nivel cultural de los sanjuaninos, aceptó ser miembro de la Comisión Protectora de la Educación, aunque también ocupó otros cargos públicos como ministro de Gobierno en Salta, gobernador delegado en Jujuy y secretario de la intendencia de Copiapó, donde pasó su exilio, ya que sufrió varias veces el destierro de ese San Juan violento del siglo XIX. Hasta que llegó el infausto 12 de enero de 1861 en la Rinconada, Pocito donde con su asesinato es abatida la libertad sanjuanina.

El Dr. Simón Peña Figueroa, cronista mayor de la historia pocitana, publicó en la Sección Opinión de DIARIO DE CUYO los detalles de la masacre: "Casi 400 muertos y otros tantos heridos fue el saldo horrendo de la batalla", tantos que dieron origen al actual cementerio de Pocito. Aberastain, que había salvado su vida, tomado prisionero, es luego fusilado sin más consideraciones en "Los álamos de Barboza+. A las dolorosas lágrimas de su amigo Domingo F. Sarmiento, siguió el sentido mensaje de Urquiza.

Por todo ello, la acertada recuperación del monolito erigido en 1936 y hoy extraordinario conjunto escultórico, merece el reconocimiento de los sanjuaninos porque se rescata y pondera la enorme figura del estadista, inmolado en su lucha por las instituciones libres, la democracia, los derechos individuales, el federalismo nacional y la Patria misma.