El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha vuelto a sorprender con otro giro político de la Casa Blanca, como es la decisión histórica de iniciar una era ecológica a partir del cambio de hábito de los norteamericanos.

La transición hacia una economía ambientalista, lanzada el martes último, es importante porque se trata de una de las naciones más contaminantes por su estilo de vida y la reticencia de los gobiernos anteriores para imponer cambios drásticos. Por el contrario, Obama instaló una agenda ecológica con un plan de siete años que, hasta 2016, está destinado a reducir el consumo de combustible y con ello las emisiones contaminantes. Un paso decisivo es la exigencia a la industria automotriz de fabricar modelos de baja cilindrada y alta eficiencia en el consumo de combustible.

Pero también EEUU busca reducir la dependencia del petróleo importado de Arabia Saudita, Venezuela, Libia y Nigeria, que tiene condicionamientos geopolíticos y económicos. Además de los miles de millones que se gastan en la importación de hidrocarburos, existe una vulnerabilidad frente a los volátiles mercados de crudo y el apoyo político de Washington a naciones exportadoras que, de otro modo, no lo tendrían. Con el uso de vehículos más económicos, EEUU ahorrará 1800 millones de barriles de petróleo durante la aplicación del programa y paralelamente se reducirán en unos 900 millones de toneladas métricas los gases de efecto invernadero.

El programa ecológico de Obama es mucho más amplio e innovador y un ejemplo a seguir para preservar los ecosistemas en peligro.