Algunas de las preguntas que Maduro, proclamado Presidente electo en una ceremonia "express” a menos de 24 horas de los comicios, todavía no ha respondido:

Si está tan seguro de que ganó las elecciones por un 51,6% contra un 49,3% del candidato opositor Henrique Capriles, como dictaminó el supuestamente imparcial Consejo Nacional Electoral (CNE), ¿por qué no acepta el recuento de votos como prometió en su discurso de victoria en la noche de las elecciones? Si los resultados fueran absolutamente claros, ¿por qué el CNE organizó una proclamación relámpago para instalar a Maduro en la presidencia el lunes, en vez de esperar varios días como estaba planeado?

Si la presidenta del CNE Tibisay Lucena fue un árbitro imparcial, ¿por qué pronunció un discurso político en la proclamación, acusando a Estados Unidos y a la Organización de Estados Americanos de tener una actitud "injerencista que busca intervenir la soberanía nacional” por sugerir un recuento de votos? Ante los documentos de Capriles de más de 3.200 casos de violaciones electorales, ¿por qué el Gobierno no aceptó al menos una investigación de observadores internacionales aceptados por ambas partes?

Si las afirmaciones opositoras de que los militares intimidaron a los votantes no son ciertas, ¿por qué el ministro de Defensa Diego Molero no fue destituido después de afirmar el 7 de marzo que las fuerzas armadas de Venezuela "son revolucionarias, anti-imperialistas, socialistas y chavistas”? Si Maduro es un verdadero demócrata ¿por qué exigió el martes que Venevisión y Televen, entre las últimas televisoras no controladas por el gobierno, tienen que "definir de qué lado están”?

Si el proceso electoral fue justo, ¿por qué Maduro no permitió que observadores de la Unión Europea y de la OEA pudieran monitorear el proceso electoral? Si Venezuela celebró elecciones libres y justas, ¿por qué a Capriles sólo le concedieron 4 minutos diarios de televisión paga, mientras Maduro usó 14 minutos, más horas de cadenas de TV gratis que hacía como presidente interino?

Maduro y Lucena alegan que los países que ponen en duda su victoria, no objetaron cuando Felipe Calderón ganó las elecciones mexicanas de 2006 por el 0,5% de los votos, o cuando George W. Bush ganó las estadounidenses de 2000 por un margen minúsculo de votos en el colegio electoral. Pero es un argumento tramposo, porque las autoridades electorales mexicanas permitieron el recuento de 11.839 urnas cuyas resultados eran cuestionados por Manuel López Obrador, y Calderón fue proclamado oficialmente ganador dos meses después, no al día siguiente de la elección.

Una misión de la Unión Europea, entre otras, que investigaron las acusaciones de fraude, concluyeron que Calderón había ganado legítimamente. La comparación con Bush es igualmente tramposa, ya que hubo un recuento de los votos de Florida en casi un mes, luego aceptado por el opositor Al Gore.

Mi opinión: Maduro puede o no haber ganado la elección, pero su negativa a permitir un recuento de los votos, y la naturaleza cada vez más represiva de su gobierno arroja una gran sombra sobre su legitimidad. Maduro no sólo casi perdió -o perdió- una elección pese a tener el control casi total de los medios y de contar con enormes recursos estatales para su campaña, sino que generó aún más dudas sobre su victoria al celebrar una ceremonia de asunción "express”, y reprimir el derecho de la oposición de pedir pacíficamente un recuento de votos.