Iniciado el épico cruce, las columnas van avanzando de forma paulatina, sucediendo algunas escaramuzas contra los realistas, por ejemplo en Picheuta, Potrerillos, Guardia Vieja o Achupallas. San Martín, cuenta José Pacifico Otero, va "montado en una mula enjaezada a la chilena, con sus estribos de madera y dejando que la apacible bestia salvase los obstáculos (...) Había forrado su chaqueta militar con pieles de nutria (...) Calzaba botas granaderas con espuelas de bronce...".

El día 7 de febrero de 1817, el Libertador se encontraba en un punto llamado Curimón, y le comunica al director Supremo que pronto llegará al cerro Chacabuco, situado a 50 kilómetros de Santiago. Le dice en una esquela: "La América es libre a costa de sus propios esfuerzos o desciende encorvada al cadalso que le preparan los tiranos...".

Simultáneamente las otras columnas van cumpliendo los objetivos previstos, como la del comandante Cabot. Relata Ricardo Rojas, que el General convocó en vísperas de la batalla, una junta de guerra.

"En aquel momento se le acerca el joven oficial Manuel Olazábal y el jefe con acento paternal le pregunta: '¿Qué tal estamos para mañana?'. Perfectamente bien, como siempre Señor...". Entre tanto el ejército español se posiciona en la Cuesta de Chacabuco, al mando del General Rafael Maroto.

Esto sucedía el 11 de febrero. San Martín calculaba dar batalla el 14, pero decide anticiparla, pues los españoles podían aglutinar fuerzas. Los patriotas se fraccionan en dos columnas, comandadas por Miguel Estanislao Soler y por Bernardo O'Higgins, "integradas por los Batallones nº1 de Cazadores de los Andes y nº11 de Infantería, con el apoyo de los batallones 7 y 8 de Infantería, y 4 escuadrones de granaderos a Caballo".

Por su parte los realistas cuentan con la compañía de húsares y varios batallones de Infantería. Previo al combate, el Libertador pasó revista a sus tropas. A la noche del día 11 de febrero, ya están listas para presentar batalla, la cual se produjo al amanecer del 12. Dice Ricardo Rojas: "Se oyen galopes, tambores, clarines, resonando en los montes.

La luz del sol ilumina toda la escena. Hay numerosos encuentros parciales...". Sobre esta batalla, existen discrepancias entre los historiadores, en cuanto al accionar de O'Higgins, esto fue su apresuramiento por aplastar al enemigo, no obstante de ninguna manera su figura militar se empañó.

El propio San Martín se involucró en el combate, sable en mano. El triunfo fue completo. Al día siguiente fue enviado a llevar las noticias a Buenos Aires el cuñado de San Martín, coronel Manuel Escalada.