El 19 de octubre de 1836 moría en su ciudad natal Fray Justo Santa María de Oro, el primer obispo que tuvo la República Argentina una vez alcanzada la independencia nacional. Obispo de Cuyo con Sede en San Juan, a quien correspondió el honor de ser sede Episcopal por el mérito de haber sido la que inició y llevó a buen término las gestiones ante la Santa Sede, según lo establecido en el Tratado de Huanacache, suscripto por Mendoza, San Luis y San Juan en 1827, cuyo artículo 7º establecía el compromiso de contribuir al mayor esplendor de la Religión Católica, Apostólica y Romana.

Desde 1810, los lazos de los territorios americanos que pertenecieron a España con el Papado se habían roto, pues por el Patronato Real la autoridad de la iglesia americana correspondía a los españoles, quienes por todos los medios diplomáticos posibles buscarán influir ante la Santa Sede para que no reconociesen las independencias americanas, ni se establecieran en forma directa lazos con Roma.

El Vaticano buscará el equilibrio: restaurar los lazos espirituales con los territorios americanos sin herir a España a quien Roma le reconocía el mérito de haber cristianizado estas tierras. La figura fue la del "Vicariato Apostólico”, es decir enviar a América "representantes” del Papa a los fieles americanos.

En 1828 el Papa León XII creó el Vicariato Apostólico de Cuyo con sede en San Juan, nombró Obispo a Fray Justo y lo designó como su primer Vicario. En 1830 asumió Oro a los 58 años, en la Iglesia de San José, futura Catedral. El Jesuita Leturia en relación a la importancia extraordinaria de este Vicariato para la Iglesia argentina dijo: "Fue el primer empalme eficaz rioplatense con la Santa Sede”.

No satisfechos con el Vicariato, las autoridades de la provincia buscaron profundizar los vínculos con Roma, y gestionaron con ahínco hasta obtener del Papa Gregorio XVI en 1834, la erección del Obispado de Cuyo y la designación de Oro como su obispo, el primero erigido en Argentina y uno de los primeros en América.

Dos años duró el gobierno de este primer obispo de Cuyo. Sus limitaciones de salud y edad no fueron obstáculo para encarar sus obligaciones y recorrer gran parte del extenso territorio de la diócesis. Todo estaba por hacerse. Sarmiento, en "Recuerdos de Provincia” describe el desafío a encarar: "En una provincia obscura, destituida de recursos, debía establecerse una Catedral, un seminario conciliar, un colegio para laicos, un monasterio abierto a la educación de las mujeres, un coro de canónigos dotados de las rentas suficientes; y todo lo emprendía Fray Justo a un tiempo con tal seguridad en los medios y con clara expectación del fin, que se le habría creído poseedor de tesoros, no obstante que a veces y casi siempre faltábanle los medios de pagar el salario de los peones”.

Aparte de su artritis, un accidente en su carro derivó en una grave afección pulmonar que lo llevó a la muerte. Seguimos a Sarmiento: "Todos sus trabajos estaban ya a punto de concluirse, cuando lo sorprendió la muerte… En aquel momento supremo, daba disposiciones para la terminación de la iglesia, del monasterio, la manera como debía enmaderarse, los recursos y materiales que tenía acumulados, sobre su correspondencia a Roma… su alma entera y su pensamiento prolongándose a través de la muerte”. Y agrega: "Diez años más de vida, habrían dado a San Juan, por medio de su obispo Oro progresos que todos sus gobiernos no han sido parte a asegurarle…”.

Al fallecer nuestro primer obispo ese 19 de octubre, el Dr. Amán Rawson, padre del Dr. Guillermo Rawson, extrajo su corazón. La reliquia fue conservada por la familia Oro y donada posteriormente al Colegio Santa Rosa de Lima en 1886, por Tránsito Sarmiento Rodríguez de Quiroga, sobrina nieta del Obispo. El domingo 22 de octubre de 1836 en la Iglesia Catedral de San Juan, se realizaron sus funerales luego de 3 días de fallecido. Sobre su destacada vida dijo monseñor Audino Rodríguez y Olmos: "Una de las figuras más culminantes de la emancipación americana”. "Sus auténticas virtudes y el prestigio de su nombre rebasan los límites de la patria y del continente y ante los pensadores europeos y ante la Corte Romana cobra importancia y carácter la causa de la América desde el momento que es sustentada por este espíritu superior y cultísimo”.

El 9 de julio de 1897, se inauguró en su honor, una estatua en la plaza 25 de Mayo. La obra era del artista Luis Correa Morales. Fue la primera levantada en el país.

(*) Junta de Historia Eclesiástica Argentina (CEA). Asesor Histórico MHN "Celda de San Martín”.