La preocupación expresada por la feligresía y en particular de un grupo de mujeres jachalleras en relación a las obras de remodelación que se están realizando en el Santuario Arquidiocesano de San José de Jáchal, según lo publicado hace unos días en este diario, pone en el tapete un tema que preocupa en gran medida a los historiadores e investigadores vinculados a la defensa del patrimonio histórico provincial.

El destino que podrían llegar a tener algunos de los elementos considerados históricos y de gran valor eclesiástico del antiguo templo de Jáchal, impone la necesidad de que se efectúe un estricto control que impida el traslado o envío de esos objetos a otros destinos. Hacer un riguroso inventario de la riqueza allí acumulada a través de los años, será una forma de prevenir que esa propiedad desaparezca del lugar donde los fieles los dejaron a resguardo.

Este problema en el departamento norteño recuerda el conflicto suscitado años atrás con el destino de las imágenes de los ángeles de la capilla de María Auxiliadora del Colegio Don Bosco, en nuestra ciudad, en ocasión de los trabajos de remodelación y restauración realizados en el edificio del templo. Los ángeles fueron donados por los feligreses para que estuvieran en ese lugar y no para que algún párroco los enajene. Es un ejemplo de lo que se pretende evitar en Jáchal.

Cabe considerar que existe una Comisión Pontificia referida a los bienes culturales de la Iglesia, que se encarga de proteger el patrimonio cultural religioso. En un momento, esta área estuvo a cargo de monseñor Héctor Aguer, designado posteriormente Delegado Episcopal Argentino. El prelado se encargó antes de dejar ese cargo de recomendar que sea necesario articular los contactos y diálogos con organismos oficiales y privados que de una u otra manera se ocupan de los bienes culturales, para garantizar la labor de la citada Comisión.

En el caso del patrimonio eclesiástico no solo hay que preservar los edificios históricos, sino también sus libros, imágenes, objetos de culto y hasta el mobiliario, como los bancos, tal como se ha denunciado en el santuario jachallero. Pero también es una situación de despojo que se observa en otros lugares históricos, donde no se preserva ni se entregan en custodia, elementos como los del viejo Hospital Rawson, que deberían destinarse a un museo o incluso exhibirlos en el nosocomio.