Al recordarse hoy el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, recordaremos que en 1824, Fourier dijo que la Tierra se mantenía templada, porque su atmósfera retenía calor, en proceso semejante al de un invernadero. En 1903, Arrhenius atribuyó a la quema de combustible fósil, el incremento de la temperatura media de la Tierra y dijo que si la concentración de anhidrido carbónico (CO2) se duplicaba, la temperatura subiría unos 2¦C, dependiendo del vapor de agua presente en la atmósfera aunque, confiando en la extraordinaria absorción por los océanos, pensó que eso recién ocurriría, en unos 3.000 años más. Las temperaturas del mundo, medidas desde 1881, demostraron un aumento más acelerado que el previsto. En los últimos 100 años el ascenso ha sido de 0,7¦C. A su vez, antes de la era industrial la concentración de CO2 era de 280 ppm y a principios de este año llegó a 400 ppm. Como la energía procedente del Sol, que está en su fase de secuencia principal, no ha variado en 30 años según mediciones por satélites, y las grandes erupciones volcánicas generan CO2, pero también aerosoles que reflejan esa luz y óxidos de azufre que producen cortos períodos de enfriamiento, el calentamiento terrestre no se puede atribuir a causas naturales. La combustión de carbón, petróleo y gas, serían responsables de 2/3 partes de ese incremento y el 1/3 restante correspondería al uso de los suelos y la deforestación.

La atmósfera terrestre es la parte gaseosa de la Tierra y abarca miles de km de altura, pero el aire, en un 95 %, se halla a menos de 30 Km, especialmente en la Troposfera. Está formado por 78 % de Nitrógeno; 21 % de Oxígeno; 0,9 % de Argón y otros gases, entre ellos, el CO2. Tanto Nitrógeno como Argón casi no reaccionan con otras sustancias. El Oxígeno es necesario para la respiración de los seres vivos y el CO2, pese a su pequeña cantidad de 0,03 %, es importantísimo y esencial para que exista la vida, porque interviene en la fotosíntesis, proceso mediante el cual las plantas lo captan y ayudadas por la luz solar, forman nutrientes y liberan Oxígeno y porque retiene el calor de los rayos solares y ayuda a mantener la temperatura atmosférica. Cuando los rayos atraviesan el aire, casi no lo calientan debido a su diatermancia, permitiendo que la Tierra los absorba y, como su temperatura es más baja que la del Sol, los refleje como rayos infrarrojos de mayor longitud de onda que la luz visible que recibe. Los infrarrojos son atrapados, por un tiempo, por gases de la atmósfera, por lo que la energía recibida constantemente del Sol, vuelve más lentamente al espacio. Sin embargo, la radiación solar que recibe y la emisión infrarroja que sale de la Tierra, debe estar equilibrada para que se mantenga su temperatura media y exista la vida. El proceso se llama efecto invernadero y además del CO2, intervienen gases naturales, principalmente, vapor de agua, Metano y Óxido Nitroso. Sin ese efecto, la Tierra sería una bola de nieve y sus temperaturas muy bajas, alrededor de unos 18¦C bajo cero. Durante millones de años y hasta la Revolución Industrial las concentraciones de estos gases permanecieron constantes. A partir de allí, todos aumentaron y se sumaron los industriales CFC (clorofluorocarbonos) usados en aerosoles, acentuando el efecto y calentando el planeta más de lo necesario. El balance actual, da un desequilibrio a favor de absorción de calor por la Tierra. Ese calentamiento trae aparejados notables cambios climáticos. La temperatura del mar aumenta y parte de las enormes cantidades de CO2 que allí disuelven, se desprenden junto con vapor de agua, incrementando el fenómeno y aumentando la formación de nubes y turbulencias. El mar, en un intento por absorber más CO2, se acidifica y precipita piedra caliza, afectando los organismos marinos. Las aguas más calientes, desintegran hielos polares, elevándose el nivel de los océanos. Los hielos blancos reflejan los rayos (efecto albedo), mientras las aguas más oscuras, los absorben derritiendo el hielo, aún más. Las deforestaciones limitan la fotosíntesis, capacidad natural regenerativa de la atmósfera. La actividad agropecuaria, por descomposición de materia orgánica del ciclo digestivo del ganado, genera Metano que perdura en la atmósfera unos 10 años. El CO2 perdura de 100 a 150 años, al igual que el Oxido nitroso proveniente de chimeneas, escapes de autos, fertilizantes. Los CFC, tienen larga vida y además destruyen la capa de Ozono, que en la estratósfera y a unos 20 a 40 km de la Tierra, capta los rayos ultravioletas del Sol, impidiendo que afecten nuestra inmunidad, la vista o la piel. O que dañen el fitoplancton, base de la cadena alimentaria en el océano. Por eso urge la necesidad de controlar las actividades humanas. Tomar conciencia que el CO2 emitido y acumulado desde el siglo XIX, repercutirá por cientos de años y que incorporar más gases a la atmósfera es exponer a extinción la vida en el planeta. Otra extinción más, sobre las cinco que ya hubo, pero esta vez sería producida por el hombre. Paradójicamente, su habitante inteligente.

(*) Licenciada en Bioquímica.