
Los grandes referentes sindicales que históricamente dio nuestro país, como por ejemplo Agustín Tosco, Atilio López, Rene Salamanca, Raimundo Ongaro y Saúl Ubaldini, entre otros, demostraron cómo se logran nuevas conquistas y cómo se hace sindicalismo de verdad.
Lamentablemente, son muy pocas las organizaciones sindicales en estos últimos años que demostraron continuar el legado que dejaron estos grandes dirigentes obreros. Una importante cantidad de dirigentes sindicales han encolumnado a sus sindicatos detrás de un político o de un partido (peronismo, radicalismo, izquierda, entre otros).
Diera la sensación a veces, que desde esos espacios partidarios se recibieran las instrucciones de lo que se puede o no se puede hacer, tanto a dirigentes (pero también a activistas gremiales).
¿Acaso esos dirigentes sindicales piensan que el sindicato es un bien más de su propiedad para hacer a su antojo lo que quieran?
¿Acaso encolumnar un sindicato detrás de un político o de un partido se encuentra dentro de las funciones que tiene una organización sindical en la Ley 23.551 de Asociaciones Sindicales?
¿Acaso usar el sindicato para fines políticos partidarios no distorsiona la función de la propia organización gremial?
Durante las últimas décadas, los trabajadores argentinos hemos padecido esta nefasta práctica que algunos sindicatos continúan aún en la actualidad. Hoy en día quedan muy buenos dirigentes sindicales, y sindicatos que cumplen todas las funciones que corresponden que hagan.
Pero hay un número importante de sindicatos con una dirigencia gremial debido a su dependencia política partidaria de hace años (usando el sindicato a tales fines), logran paritarias miserables, tienen a quienes representan con salarios por debajo de la canasta básica alimentaria, no defienden el propio Convenio Colectivo de Trabajo, no tienen gestión alguna en materia de vivienda, salud, turismo, y tienen absolutamente olvidados a los pasivos. Esa dirigencia sindical que mantiene al sindicato que conducen dependiente de la política partidaria (incluyendo a la propia patronal), se alejaron de las bases, de sus necesidades, no hablan con los afiliados y afiliadas, y en definitiva no saben dónde están parados.
Han sumado al proceso de división de la clase trabajadora; han detonado la necesaria unidad del movimiento obrero; están condicionados para mover un dedo. Esa dirigencia sindical (burócratas en su mayoría), ya no representa a lo colectivo, sólo trabajan para sus intereses personales.
Pero son las bases de esos gremios las que deben ponerle fin a esta situación inaceptable.
Un gremio que consiente una dirigencia que actúa de esta forma, y nada hace, los transforma en cómplices.
Las nuevas generaciones tienen una visión distinta del sindicalismo, de cómo conducir, de cómo recuperar los valores que nos dejaron sindicalistas que han sido los máximos referentes en Argentina.
Por Carlos Emanuel Cafure
Abogado y escritor
