La vida de los artistas urbanos siempre fue compleja y generalmente incomprendida. Hay testimonios en todo el mundo sobre ellos y también coincidencias sobre el por qué de no elegir un escenario o lugares menos arriesgados para realizar su labor. Precisamente ahí está la diferencia y la esencia misma o el misterio de su práctica artística. Es que eligen por vocación, y casi siempre por necesidad, una existencia diferente pero creativa, aportando arte, ilusión, divertimento y hasta enseñanza, desde una esquina, un sector de espacios públicos o una plaza. Mientras unos lo miran con recelo y otros con admiración o sorpresa, ellos, los artistas, se saben contemplados por lo que ofrecen, y ya forman parte de la escena cotidiana de la Ciudad. Sólo ellos saben que esa destreza, esa inspiración, oficio y a veces maestría, es producto de muchas horas, días o años de aprendizaje, o quizá el legado de padres o abuelos. Alguno más decidido suele contestar que el objetivo del artista callejero es trabajar y ganarse su vida con lo que saben "aunque no obedezca a los estándares de mercado+. Entre el público, el "andá a laburar" de los menos, choca con el desconocimiento de este modo de vida que es común en muchos ciudadanos de todo el mundo, y de donde surgieron celebridades como Charles Chaplin, y entre nosotros, por dar sólo un ejemplo, el payaso "Piñón fijo" que comenzó su vida artística "a la gorra" en las calles del centro de Córdoba. Pero hasta hace nada más que un año, en San Juan nunca habían sido escuchados y menos recibidos por una autoridad de gobierno y por el contrario, en varias ocasiones habían sido llevados a un puesto policial y detenidos, a veces por equivocadas o ligeras interpretaciones de la autoridad policial sobre su trabajo. Un día de febrero de 2016, el gobernador Sergio Uñac los convocó sin alardes y tras conversar con ellos, ordenó "no criminalizar a los artistas callejeros, porque quien hace malabares en un semáforo, es un artista no alguien que busca cometer hechos delictivos". Luego, el contacto quedó en manos del ministro de Gobierno, Emilio Baistrocchi, quien tomó el guante diseñando un proyecto inclusivo, las "Mesas de Diálogo", junto a su equipo de la Secretaría de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos, a cargo de Fabiola Aubone y del área específica con Jorge Rodríguez. Con ellos se integró el intendente de la Capital, Franco Aranda, y personal del área de Arte Urbano municipal. Los encuentros formales han sido más de diez a lo largo de estos dos años, lo que ha permitido coordinar actividades y ordenar lugares, y horas de trabajo.


Para Sergio Loyola, uno de los voceros de los artistas, "desde que se implementaron los diálogos hemos notado una evolución positiva ya que desde la Secretaría de Seguridad se ha impartido información y enseñanza a la policía respecto de nuestras actividades".


Seguiremos viendo a nuestros artistas callejeros formando parte del horizonte urbano, ahora trabajando en paz, sin perjudicar a nadie y sirviendo de semillero para más grupos artísticos o murgueros, que representan también un espacio de contención clave entre los jóvenes.