La nueva reestructuración del Gabinete nacional ha designado ministro de Educación a Alberto Sileoni y el desplazado Juan Carlos Tedesco cubrirá la nueva Unidad de Planeamiento y Evaluación de Calidad Educativa.

Este último tendrá la misión de planificar el desarrollo estratégico de las políticas educativas, un desafío que no pudo trazar ni desplegar en las funciones que acaba de dejar. El designado ministro, por su parte, posee un valioso curriculum: es abogado y profesor de Historia de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, además de especialista en Gestión Educativa de la Universidad Nacional de General San Martín. Fue director de Educación de Adultos y subsecretario de Educación de la Ciudad de Buenos Aires entre 1993 y 1996, y también ocupó ese cargo en el gobierno bonaerense de Felipe Solá. De junio de 2003 a marzo de 2006 fue secretario de Educación del Ministerio y de marzo de 2006 a febrero siguiente se desempeñó a cargo de la cartera educativa porteña, hasta que asumió como secretario de Educación de la Nación.

A diferencia de Tedesco, que se incorporó al Gobierno como independiente, Sileoni es de origen peronista y tiene una buena relación con los gremios. Durante su gestión en la Ciudad, no sufrió paros docentes, ya que mantiene una aceitada relación con el sector docente, lo cual será clave para discutir negociaciones laborales y salariales en estos momentos en que los recursos no sobran. Pero aún quedan pendientes algunos de los objetivos fijados en la Ley nacional de educación, que estableció la obligatoriedad del colegio secundario.

Entre las metas aún no garantizadas se encuentran la expansión de la doble escolaridad en los colegios primarios y secundarios, y el mejoramiento de la formación de los docentes como un factor clave para el desarrollo de la calidad de la educación. Su principal desafío será seguramente demostrar que su gestión no se agotará en temas burocráticos y administrativos.

Por su parte, Tedesco asumió su cargo sin siquiera conocer plenamente las metas del nuevo organismo, sus recursos y la organización interna. Hoy es necesario garantizar más recursos para el financiamiento educativo, asumir el desafío de las nuevas tecnologías y buscar cómo combatir la pobreza y la postergación desde la pluma y la palabra, como enseñaba Domingo F. Sarmiento.

Estos temas son los que deberían ocupar un lugar primordial en las agendas de Juan Carlos Tedesco y Alberto Sileoni para que entre todos pongamos fin a la tragedia educativa nacional y dejemos de faltarle el respeto al intelecto.