En un afán científico he buscado aproximarme a un problema de gran actualidad y relevancia, no sólo para quienes nos desempeñamos en el ámbito de la comunicación, sino para todos los usuarios del idioma español. La Lengua, el Idioma es cuestión de todos, porque es un bien que poseemos en cuanto somos capaces de comunicarnos. Ni siquiera podemos tener opción a voluntarias limitaciones, como por ejemplo el capricho, la real gana, el porque sí, acabarían por hacernos vivir en un caos de los incomunicados.
La lengua está hecha por todos: por el poeta, el docente, el ama de casa, el periodista, etc. Cada uno la utiliza según su estilo; sin embargo, todos nos entendemos gracias a la organización del sistema que está por encima de millones de usos. Lo que es muy distinto es la transgresión que rompe con las normas, y nos obliga a mil esfuerzos para dar sentido a las frases truncadas, a las repeticiones sin matices, a las muletillas que no dicen nada. Porque la lengua es de todos y todos la hacemos, no podemos encasillarnos en la rudeza mental ni el balbucir del bárbaro, tanto para cuando hablamos y escribimos. Por supuesto que hay responsabilidades que afectan más a unos que a otros.
En la historia de la lengua, durante un largo proceso, por naturaleza propia las palabras sufren cambios fonéticos y semánticos, pero ello no significa que vamos a crear y cambiar el significado de una palabra acorde a nuestros intereses.
La Palabra, la Lengua es patrimonio de todos, por lo tanto debemos ser cuidadosos y no adueñarnos de su vida y transformarla, simplemente por una cuestión de que "suena mejor". Son muchos los ejemplos que hay en la lengua española, pero tienen entes que velan por ella, la cuidan y la protegen, como la Real Academia de la Lengua Española (RAE) y la Academia Argentina de Letras (AAL), y todas las academias de la Lengua de los demás países.
En el español hablado en San Juan, zona que me ocupa para este estudio hay interferencias de las lenguas aborígenes. En este contexto y haciendo una traslación del Día del Idioma español a las lenguas de los pueblos originarios, en especial las desaparecidas como la lengua huarpe y sus dialectos allentiac y millcayac, debemos hacer una reflexión. Suele ocurrir que el usuario, en este caso sanjuanino, con el afán de ser novedoso, y en particular algunos propietarios de empresas o autoridades municipales y/o gubernamentales, o a veces justificadamente por la necesidad de volver a sus raíces, optan por palabras de las comunidades originarias.
Todo ello no se objeta, si en la búsqueda del nombre elegido se recurre a las fuentes de primera mano y/o al asesoramiento de los especialistas. De esta manera nuestro deseo se cumple, pero sin "atentar" contra el idioma huarpe del que solo poseemos alrededor de 600 términos, y que nos dejara el Padre Luis de Valdivia (Granadino, 1560-1642).
La Lengua huarpe (allentiac y millcayac) está custodiada por los estudiosos de la Lingüística y la Filología Regional del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes de la UNSJ, y con gran preocupación hemos observado "atentados" gramaticales, fonéticos y semánticos en algunas expresiones y/o palabras que empresarios y/o autoridades sanjuaninas seleccionaron para nominar lugares, negocios, etc. Verbigracia, taymenta (pero debe escribirse taynemta y traducirse = Vida); huzep "buen bebedor" (pero debe escribirse huezep y traducirse = borracho); chutekta "Vida eterna" (pero debe escribirse chutecta taynemta para traducirse = Vida eterna); all xumuc "Sol naciente" (debe escribirse xumuc y traducirse = sol. "All" no está registrado en el vocabulario huarpe); xumek "Sol huarpe" (debe escribirse xumuc y/o xumec y traducirse = sol, no "sol huarpe"); soychu (El Padre Valdivia no registra este término en su vocabulario huarpe); jelu (debe escribirse xelu).
¡Cuidar el vocabulario huarpe que nos dejó el Padre Valdivia es una responsabilidad de todos! ¿Por qué no respetar a quien con tanto esfuerzo logró captar la fonética y semántica de nuestras raíces huarpes?
Las lenguas indígenas no pueden estar fuera del campo de atención de quienes se dedican al estudio y cultivo de una lengua como el español. Por lo tanto, no debemos ser apresurados. Una palabra con su correcta grafía y su significado vale tanto como una empresa, una rotonda, etc. Las consultas en la selección de palabras es algo tan delicado e importante como las apetencias personales, porque como lo expresara mi recordado maestro Manuel Alvar "las lenguas son los espejos donde nos miran y nos miramos".