Ante los ojos de cualquier transeúnte, pocas cosas embargan de tristeza el alma como las plazas y los parques abandonados. Ejemplos de esta decrepitud por falta de mantenimiento hay varios en San Juan, aunque también deben destacarse los avances positivos encarados por varios municipios, entre ellos el de la Capital, con la remodelación de la Plaza Hipólito Yrigoyen.
Es que revalorizar los espacios destinados al esparcimiento y recreación de las personas en un determinado lugar donde discurre la actividad de una sociedad, es mejorar la calidad de vida. Las gente necesita el paseo público en las áreas urbanas donde las viviendas en propiedad horizontal impiden disponer de jardines y áreas verdes para satisfacer distintas necesidades naturales que se requieren con ansias como un alimento sano del espíritu y de la mente.
Las plazas son comarcas de encuentro comunitario, espacios receptores de variadas expresiones humanas del arte, del deporte, de la recreación; son recintos de la libertad y del aire puro; son asientos de la curiosidad y de la contemplación. Siempre es bello el predio que cautiva la mirada de las personas, en esa característica de ser cotidiana pasajera de la paz para el alma, aunque trona cuando los reclamos se conjugan oportunamente para grabar una fecha para la historia porque, claro, las plazas son el lugar común donde las comunidades confluyen y se citan porque tradicionalmente han sido libremente el contorno común a todos.
Por ello toda remodelación o modernización de un paseo público debe ser funcional a quien lo utiliza. El despliegue arquitectónico es de gran valor porque realza el paisaje, pero si para lograrlo se utilizan escalones o desniveles que implican riesgos para el desplazamiento de ancianos y niños, se pierde la finalidad principal del lugar. Debe recordarse la plaza es la gran amiga de la familia porque es la que realmente la disfruta en sus distintas manifestaciones, pero si la obras paisajísticas le quitan funcionalidad, deja de ser la compañera de la vida en todas las edades. Nuestra Plaza 25 de Mayo concentra el espíritu del paseo público porque es plana, sin obstáculos para el caminante de todas las edades en un marco acogedor.
Pero lo importante es recuperarlas a todas y garantizar sus cuidados para que perduren vivas en la realidad y en la verde imagen de la memoria humana.
