La hermosa historia de los Reyes Magos de Oriente, cargada de magia sobrecogedora y de un mensaje esperanzador, es vivida en nuestra tierra Latinoamericana pintorescamente y cargada en algunos casos de significados muy singulares. Con esta última característica es la conmemorada en la localidad ecuatoriana de Esmeralda, un lugar donde habita un grupo afroecuatoriano. La fiesta, llamada "Juego de Reyes'', es celebrada el 5, 6, y 7 de enero de cada año y se realiza es un paraje llamado Santo Domingo del Onzole, lugar selvático atravesado por un ancho río.

La festividad consta de un particular juego en el que las mujeres del lugar asumen simbólicamente el poder político, el cual les es entregado por un funcionario llamado teniente. Estas mujeres de piel morena y vistosos adornos, designan entre ellas mismas a una presidenta, capitanas de mar y tierra, gobernadoras y otros cargos más. Todo este grupo femenino al ritmo de "chigualos'', recorren el pueblo brindando con aguardiente. Entre los disfraces, algunas mujeres optan por la indumentaria de los reyes. El festejo, que esta enmarcado temporalmente en una conmemoración católica, es una especie de rebelión ritual contra el machismo imperante en la localidad, y en un sentido histórico contra la esclavitud.

En Perú, la festividad de los Reyes Magos, contiene los significados católicos propios, a veces encuadrados con esa vieja institución llamada compadrazgo, entre otros simbolismos andinos más. En diferentes localidades rurales peruanas, para el 6 de enero, en ocasiones las familias acostumbran a invitar a sus familiares y vecinos del lugar. Esta es la ocasión propicia, especialmente para los compadres, para disculparse por las malas relaciones que se hubiesen suscitado. La persona más longeva es la elegida para propinar una serie de latigazos a los ofensores. De esta manera se diluyen las diferencias, que por rencillas, podrían deteriorar la armonía social. Y si nos remitimos a la zona del litoral argentino, especialmente en Corrientes, nos encontramos con la devoción que se le tributa al rey negro Baltasar, llamado popularmente "San Baltasar''. Un rasgo de esta veneración y su respectiva fiesta es que se exterioriza a través de una especie de baile devocionario denominado "charanda o zemba'', en el cual se realizan peticiones o reconocimientos de gratitud a este rey. Esta fiesta, que ha sido estudiada por varios antropólogos, contiene hondos significados en su mayoría relacionados con la otrora cultura afro-argentina.