El famoso lema "la familia que reza unida permanece unida” sigue hoy vigente y nos mueve a reunirnos cada noche para traer a Jesús a la familia en brazos de su Madre.
No cabe duda de la importancia de orar juntos como una "iglesia doméstica”, un pedacito de cielo en el hogar, a fin de alcanzar todas las gracias que cada miembro de la familia necesita, de manos de nuestra Madre celestial, como otrora lo hiciera con aquel matrimonio en las bodas de Cana (Jn 2,1-11). "No tienen vino”, le dice a Jesús su Madre. Entonces el Señor hace su primer milagro, de convertir el agua en vino, en el hogar de una familia. También hoy las familias tenemos muchas dificultades y problemas, y necesitamos de la presencia y auxilio de la Madre de Jesús: que nos obtenga de su Hijo las gracias y bendiciones para ser buenos hijos de Dios. Y como entonces, la Virgen nos conseguirá de Jesucristo, que todo lo puede, lo que necesitamos, si tenemos fe y perseveramos unidos en la oración.
No nos excusemos de que no tenemos tiempo: simplemente se apaga el televisor durante media hora para juntos elevar nuestras súplicas al Señor. Tampoco digamos que es difícil: solo basta tomar el Rosario y contemplar los misterios de la vida del Señor mientras repetimos las oraciones.
Algunos consejos que han sido útiles para quienes rezamos diariamente el Rosario en familia. 1) Elige un lugar para reunirse todos los miembros de la familia. Normalmente es en el comedor, luego de la cena, donde todos están juntos. Entonces se coloca un altarcito con la imagen de María y Jesús encendiendo una vela durante el momento de la oración. 2) Papá o mamá, con algún folleto o librito sobre el Rosario, hará de guía en las reflexiones y oraciones. Es importante que cada miembro de la familia ponga sus intenciones al comienzo del Rosario, para que la oración en común obtenga de Jesucristo lo solicitado, como El lo ha prometido: "Les aseguro que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18, 19-20). Si hay niños pequeños en la familia, asegúrate de que están en la misma habitación para que se sientan incluidos en la devoción, aunque estén entretenidos con otra cosa. De esta manera escucharán las oraciones y las irán aprendiendo. A los niños mayores se les debe permitir turnarse al dirigir las oraciones para que no se aburran. Incluso si parece que lo están haciendo sólo porque tienen que hacerlo, sé paciente y haz todo lo posible para que sea interesante para ellos. Ellos quizás no puedan decir las oraciones perfectamente, pero recuerda que la gracia viene a través del esfuerzo, no de la ejecución perfecta. Que nadie quede excluido del Rosario en el hogar.
Comienza esta tradición maravillosa y llena de gracia en tu propia familia con estos consejos y descubre "lo que son los milagros”, como decía San Juan Bosco.
(*) Licenciado en Bioquímica – Docente.