El filósofo Roald Viganó y su pensamiento humanista.


Primavera de 2012. Laboratorio de análisis clínicos de Jujuy pasando Rivadavia. Una demora administrativa es el pretexto para iniciar la conversación entre los pacientes. Una Señora toma la iniciativa. El tema son las vacaciones. Dice la dama: "En verano quiero conocer un Cristo que hay en Córdoba"; un hombre recoge el guante: "Me dijiste al besar, el Cristo aquel", es parte de una hermosa canción de un bohemio llamado José María Contursi también autor de "Sombras nada más", "La noche que te fuiste" y "Como dos extraños", todas dedicadas al amor de su vida, una chica diez años menor que conoció en 1935. La vida los llevó por caminos distintos y recién se casaron en 1967, él ya era viudo, ella una mujer abandonada. Estuvieron juntos hasta 1972, cuando Contursi murió.


"Señora, ese Cristo está en Capilla del Monte, Sierras de Córdoba; la canción de amor es el tango Gricel y esa chica se llamó Susana Gricel Viganó, mi sobrina".


El hombre que con parsimoniosa elocuencia había concitado la atención del improvisado auditorio, era el Filósofo, Historiador y Escritor Juan Carlos Roald Viganó. Él natural de Mercedes, Provincia de Buenos Aires, el hombre que practicó el difícil arte de hablar fácil. Así se expresó siempre durante los más de 40 años que vivió en San Juan. Allá lejos, cuando cerraba las transmisiones del viejo Canal 8 explicando el "Martín Fierro"; más acá en el tiempo en sus participaciones en Radio Vida, en sus escritos en la prensa, en las cátedras en la Universidad Católica de Cuyo o en la Universidad Nacional de San Juan o en las innumerables charlas y conferencias que brindó.


En 1974 Jorge Luis Borges dijo: "Si la obra clásica de la Literatura Argentina hubiese sido Facundo y no Martín Fierro otra sería la historia de nuestro país". El escritor, descendiente de Francisco Narciso Laprida, no criticaba la esteticidad del poema de José Hernández sino los atributos morales del personaje. Viganó, en su libro "Pensar la Patria", se aleja de la "ortodoxia Borgiana", y basándose en el "Dogma Socialista" de Esteban Echeverría propone: "El destino de las dos obras no puede ser pelearse hasta la muerte sino conjugarse para la vida. Solo podremos construir la Argentina que soñó Sarmiento en el Facundo si salvamos la argentinidad que Hernández cantó en el Martín Fierro". También, en el texto aparecido en 1997, plantea: "El hombre Argentino se va pareciendo menos a Martín Fierro y cada vez más al viejo vizcacha; el país se va alejando del sueño Sarmientino y se va convirtiendo cada vez más en una vizcachera". En otro artículo, Viganó cuenta una anécdota imperdible de Gardel o las veces que Discépolo en sus tangos nombra a Dios.


Admirador del Gral. San Martín, fanático de Boca Jrs. y estudioso del tango y sus letras, paradójicamente cuando lo aprendió a bailar se dejó de escuchar en las fiestas. Sus últimas vacaciones las pasó en los pagos donde vivió Gricel, donde además despuntaba el vicio en una FM. Su palabra se apagó un 30 de junio de 2013, pero quedó el pensamiento humanista y argentino de su obra. En épocas donde los Intelectuales se paran de un lado u otro de la grieta, su figura referencial se agiganta, con su título cada vez más vigente: "Pensar la Patria".

Por Sandra Alaniz
Profesora de Enseñanza Media.