El balcón en Verona.

Cuando uno llega a Verona no puede negar que tiene un objetivo: caminar hasta la casa de la familia Capuleto y descubrir en vivo el célebre balcón de Julieta que, si bien no figuraba en el "Romeo y Julieta" original que inmortalizó William Shakespeare se agregó luego con las teatralizaciones de la obra. Es el mismo balcón desde donde en esas representaciones la bella joven saludaba a hurtadillas a Romeo, quien desde abajo le enviaba mensajes sólo audibles por ella. Por supuesto que luego está la Arena de Verona, feliz recreación del anfiteatro griego y cerca de ahí, la también célebre tumba de Julieta, pero el imán, apenas uno se baja del tren, es esa casa y ese balcón de la leyenda de amor más universal. Verona, ciudad italiana de la región del Véneto, camino de Venecia, de unos 260 mil habitantes, vive con Romeo y Julieta en sus calles. Lo quieran o no sus habitantes. Lo piensen o no. Lo programe o no el municipio. Ciudad de existencia tranquila y corazón melancólico, posee, como corresponde, un itinerario que lleva a la célebre historia, ese juguete salido de una confidencia de la eternidad. Quizá vale la pena señalar, para los sanjuaninos, que la casa ya tenía dos siglos cuando se fundó San Juan, en 1562, y San Juan había cumplido 35 años cuando este romance vio la luz. Pero esta casa lo fue sólo en tiempos de los Capuleto (Julieta) y de los Montesco (Romeo), porque hoy son apenas tres desoladas habitaciones. Uno entra y de golpe se sorprende ante una ruda y antiquísima escalera que llega hasta el primer piso, desde donde se accede al balcón, espacio en el que miles de jóvenes durante todos los días del año intentan asomarse para hacerse fotos. Con la excepción del 14 de febrero en que las colas son multitud. El balcón luce corroído en su piso de tantos pasos dados sobre él. Hasta se pone cada tanto una cadena para evitar el acceso de la gente y proteger su supervivencia. En ese caso, ante la imposibilidad de asomarse, desde el mismo primer piso las parejas tiran monedas sobre el balcón, que luego son recogidas para el mantenimiento del lugar. Estar allí es tener presente en todo momento el "Romeo y Julieta" que, como todas las obras del dramaturgo inglés, describe sentimientos y pasiones humanas, y en este caso una historia de amor imposible. La multitud de turistas de todo el mundo que llegan semanalmente a Verona descubren también que la ciudad ha creado sus propios "hoteles románticos" y se explotan con distintos precios y comodidades. Además, está el fenómeno de las miles de "tarjetas de amor" que dejan en el balcón y que la Municipalidad debe retirarlas dos veces al año, sobre todo la víspera de San Valentín, el 13 de febrero, y el 17 de septiembre, fecha del cumpleaños de Julieta. Me contó allí mismo el recepcionista del hotel donde me alojé que astutos comerciantes han agregado muchos detalles nuevos a la antigua leyenda, como por ejemplo que San Valentín sobrevuela el lugar inevitablemente cada febrero, y perfuma de amor como nunca en el año las calles de Verona, despertando a los clásicos enamorados por un momento, para no dejar de creer que aquel amor fue verdad, y renovarlo en cada pareja que llega presurosa hasta el balcón.