Estando en Chile exiliado por motivos políticos durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas, el ministro de Educación Pública, Manuel Montt, comisionó a Sarmiento a Europa y a los EEUU, a cargo del gobierno de Chile. Con el objeto de interesarse por la educación elemental y por el progreso general en los países que visitará en vista de una reforma educativa a realizarse en Chile, su patria de adopción. Hay quienes aseguran que en realidad su viaje y sus objetivos obedecían a realizar una reforma total de la calidad de vida intelectual para América.
Soñó en convertir al continente sudamericano en una nueva Atenas, proyecto que ya había esbozado Bolívar. El proyecto romántico era el de los libertadores, San Martín, O’Higgins y Bolívar de convertir a América en un agora de la paz y la cultura.
Llegó a Roma en la primera mitad de 1847, con objetivos precisos. Ricardo Rojas, en su magnífica obra "El Profeta de la Pampa”, menciona una carta que Sarmiento dirigiera desde Oran a su amigo Thompson diciéndole que irá a Italia por que "hay en Roma un Papa que enjuga las lágrimas de su pueblo, en Venecia el cadáver insepultazo de una república, en Nápoles un cráter del Vesubio y las momias de Herculano y Pompeya que espera contemplar”.
Arribó a Roma en carnaval, viajando a Nápoles, en cuaresma, deseoso de regresar a Roma para Semana Santa. Visitó el Vesubio cumpliendo su promesa para ver según decía, "Lo que no vieron ni el Dante ni Virgilio”.
En tales circunstancias nuestro viajero tuvo su cuarto riesgo de muerte, quizás menos importantes que las otras por que esta sucedió en el seno de su vida privada y no tenía nada que ver con temas políticos.
Lleno de curiosidad visitó el Vesubio llegando hasta los bordes mismos de su cráter, quería ver salir las lenguas de fuego surgidas del centro de la tierra. Repentinamente una tremenda bocanada de humo y ceniza calientes en ese momento envolviendo al viajero hasta hacerle perder el conocimiento. Retirado al aire fresco por otros visitantes se repuso, llevando consigo el recuerdo de algunas quemaduras que pudo exhibir en Roma.
Sarmiento dijo, "Yo me he hartado en el Vesubio con estos raros goces…pero es el caso que hube de ser aplastado y asado con mas prontitud por la presión de un enorme pedazo de lava…aquello era la digna antecámara del infierno…En mi vida he tenido susto igual”.
Sarmiento contaba con 36 años.
