Esta es una reflexión en torno al rol preponderante de legislador de nuestro máximo prócer, Domingo F. Sarmiento, y su relación con la Ciencia Jurídica.


Sus primeros antecedentes podemos encontrarlos en Santiago de Chile 1861. Entre sus obras destacadas podemos citar en 1845 la publicación en el diario El Progreso "Lecciones Populares de Derecho"; en 1850, "Argirópolis o La Capital de los Estados Confederados del Río de la Plata"; en 1853, "Comentario de la Constitución de la Confederación del Río de la Plata" y en 1854, "Derecho de Ciudadanía Estados de Buenos Aíres". En estos escritos expuso su alta versación en temas jurídicos relacionado con el Derecho Público como en el Derecho Privado que había logrado mediante autoformación. Cabe destacar que fue el Primer Profesor de la Cátedra de Derecho Constitucional de la Universidad de Buenos Aires, por Decreto del 27 de Agosto 1856 y además en poseer el titulo "Doctor en leyes Honoris Causa" otorgado por la Universidad de Michigan en Estados Unidos, el 24 de junio 1886.


Existe consenso unánime entre los historiadores que su vocación natural era adquirir conocimientos a través del estudio constante e informal y a la vez transmitirlos. Podemos agregar que desde los inicios de su labor fue la preocupación de educar para crear conciencia de la Ley y su autoridad, imprescindibles para el ordenamiento jurídico del Estado, como los derechos y deberes del ciudadano.


Fue un legislador munido de conceptos jurídicos. Más de un autor en la Ciencia del Derecho ha expresado su asombro por nuestro ilustre prócer en esta rama del saber.


En 1857 fue elegido Senador de Buenos Aires y más tarde integró la Convención Reformadora de la Provincia de Buenos Aires que debía examinar la Constitución Nacional aprobada por las restantes provincia 1853. Las actas confirman la significación de su intervención, con sólida doctrina y exhortación a la unidad Nacional.


En 1875 La Legislatura de la Provincia de San Juan lo eligió Senador Nacional en reemplazo de José María del Carril. En esa ocasión era elegido por segunda vez en ese cargo pero, en éste caso, representando a nuestra provincia. En sus discursos está toda su esencia. Carlos Pellegrini recordó años más tarde a su fallecimiento que su banca había sido una cátedra permanente y Estanislao Zeballos afirmó que todos los problemas de la Argentina estaban sintetizados en el programa de Sarmiento: Educación Popular, o sea Educación para todos.


Fue la mejor expresión de nuestro temple e identidad sanjuanina, digno representante parlamentario con su vehemencia. Su intelectualidad sobresaliente siempre bregó, a pesar de su ya avanzada edad y delicado estado de salud, por el respeto a las leyes en un momento de nuestra historia en el cual el país se encontraba en un proceso de reorganización, con una joven Constitución e instituciones que lentamente comenzaban a dar sus primeros pasos.


Es la antorcha encendida sempiterna, nuestro Legislador memorable Domingo Faustino Sarmiento.

Por Carla A. Muñoz
Procurador. Abogada y Diplomada en Políticas Públicas para el Desarrollo Local y Regional