"A las autoridades les pedimos que empiecen a educar en serio y reconstruyan la Escuela argentina". Con este texto comienza una dura declaración firmada hace unos días por más de cincuenta representantes de la cultura de nuestro país, con personalidades destacadas como Jaim Etcheverry, Alicia Zorril, Antonio Raúl de los Santos (Presidentes de las Academias Nacional de Educación, Argentina de Letras y Nacional de Medicina respectivamente), integrantes de estas y otras academias como Rosendo Fraga (Academia de Ciencias Morales y Políticas), Norma Nudelman (Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales) o el lingüista Pedro Luis Barcia. Prestigiosos historiadores como Luis Alberto Romero, filósofos como Santiago Kovadloff, politólogos como Marcos Novaro, escritores como Marcos Aguinis, ex directores de escuelas como Jorge Butera (del Mariano Acosta) y Horacio Sanguinetti (del Colegio Nacional de Buenos Aires). Alberto Bellucci, (ex director de los museos Nacional de Bellas Artes y de Arte Decorativo) y Fernando Petrella (ex director del Instituto del Servicio Exterior de la Nación), entre otros.


"Queremos expresar (continúa el comunicado) nuestra honda preocupación por la crisis que vive la escuela argentina y que se ha visto profundizada en niveles alarmantes por las últimas medidas adoptadas en el contexto de la pandemia argentina".


Denuncian además que "la brecha escolar cada vez es mayor" porque hace décadas que las autoridades del área educativa "cultivan la concepción de que la necesaria inclusión social sólo se logra mediante la degradación de la calidad y del contenido de la enseñanza". Afirman además que "el paternalismo que se esconde detrás del discurso inclusivo" los priva de la única oportunidad que tienen para salir adelante.

"La brecha escolar cada vez es mayor" porque se "cultivan la concepción de que la necesaria inclusión social sólo se logra mediante la degradación de la calidad y del contenido de la enseñanza". 

El comunicado, que no ha tenido la difusión que merece semejante denuncia, es muy fuerte y no podemos dudar de las buenas intenciones, el compromiso y la trayectoria de las personas que lo rubrican, por eso es tan importante la reflexión y el debate que deberían darse los políticos frente a semejante escenario. 


Recordando que casi el 60 % de los niños son pobres en Argentina, yo agregaría además la preocupación por la discriminación digital que deja a gran parte de la población fuera del avance tecnológico y que se ha evidenciado tan fuertemente en los sectores vulnerables de nuestro país durante la educación a distancia ofrecida en tiempos de pandemia, como única alternativa para sostener algún tipo de escolarización.


En un mundo tan complejo y tan condicionado por la coyuntura (droga, delincuencia, inflación, corrupción, pobreza, etc.) sabemos que el porvenir de un país y de su gente depende firmemente de la educación. De compartir el diagnóstico que presenta la declaración, la Argentina difícilmente podrá salir alguna vez de la coyuntura y construir un futuro verdaderamente inclusivo, de desarrollo y crecimiento para sus habitantes.


Frente a los profundos cambios epocales que vivimos y en donde lo que siempre funcionó durante muchos años, ahora tampoco funciona. Por eso, más allá de algunas miradas nostálgicas que difícilmente puedan recuperar el pasado: ¿cuáles deberían ser las propuestas de la educación para responder a las exigencias de este tiempo? ¿Qué responsabilidad tienen los docentes en esta emergencia educativa? ¿Cuál es la de los padres? ¿Cómo hacer para que los políticos reconozcan el estado de emergencia que atraviesa la educación y se comprometan a abordarla? ¿Qué puedo aportar yo como ciudadano a la solución?

Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de Innovación y Calidad en Educación del Espacio Excelencia y
de la Maestría en Nuevas Tecnologías (UCCuyo)