A Bush se le condenó por sus errores inmensos, como haber adelantado una guerra en Irak justificada por armas de destrucción masiva que nunca se encontraron. Por la guerra en Afganistán, por la violación de los derechos humanos en el extranjero por parte de militares estadounidenses, por la cárcel de Guantánamo, por no haber encontrado a Osama Bin Laden y hasta por la "’burbuja inmobiliaria” y la crisis financiera por falta de regulaciones a la banca nacional y su repercusión mundial.
Bush terminó deshecho y, pese a todos los errores de su sucesor, Barack Obama, ni siquiera puede soñar con hacer declaraciones críticas porque la gente y el periodismo le contestarán que no tiene derecho a decir nada. Seguramente que en su época, en la que defendió los intereses de los estadounidenses a como diera lugar, también se espió, pero nunca se supo a ciencia cierta o, más bien, los delatores e informantes, como Bradley Manning y Edward Snowden, recién aparecieron en estos últimos años.
La prensa estadounidense, en general, así como la academia en especial de las grandes universidades norteamericanas, son demasiado liberales, y por eso el escándalo de espionaje masivo llevado a cabo por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) del presidente Barack Obama contra usuarios de Internet, empresas y líderes del mundo entero, pasa por debajo del radar en este país.
Claro que distinto sería si se hubiera descubierto que el responsable, en vez de Obama, habría sido Bush. La prensa lo habría asaltado sin pudor y con pasión. Ahora, en cambio, las exigencias a Obama son tibias y muchos defienden su validez cuando se excusa de que el espionaje es necesario por razones de seguridad nacional y para defender los intereses de los estadounidenses.
Con Bush no habría habido contemplaciones. A Obama le quedan unos años más de presidencia para que la prensa y el público reaccionen a pesar de que este programa de vigilancia denunciado por Edward Snowden, es uno de los mayores escándalos en Estados Unidos, comparable a la ilógica invasión de Irak.
Obama prometió transparencia al iniciar su mandato, pero es el que más abusó en clasificar información y en procesar a delatores, pese a una ley que protege a quienes denuncian irregularidades gubernamentales. La inseguridad fue la excusa de la vigilancia indiscriminada, una versión similar a la que se utilizó durante la Guerra Fría.
Aún peor, ha presionado a empresas de tecnología para que incluyan dispositivos de espionaje en software y hardware, con el fin de espiar las comunicaciones de Internet y telefonía, tanto de gobiernos extranjeros como de todo tipo de usuarios. Pero la NSA no habría actuado sola, sino en alianza con aparatos de inteligencia de Inglaterra, Canadá, Nueva Zelandia y Australia, de espaldas a lo que la Constitución de EEUU ordena: respetar el derecho a la intimidad y privacidad de los ciudadanos.
