De cara a las próximas legislativas de agosto 2013 en nuestra provincia como en todo el país es preocupante la ausencia y por consiguiente desconocimiento del debate político por un lado -que deben propiciar los diferentes sectores políticos- y la inexistencia del límite y alcance de los principios éticos por el otro. Es que se muestran realidades que no reflejan un preciso cambio que procure "’un ataque” frontal a la inseguridad, el negocio de la droga, la falta de genuinas fuentes de trabajo para la juventud, un plan concreto de inversiones de contratos abiertos para que los diferentes sectores del pueblo conozcan el grado de intervención del Estado y por consiguiente el correspondiente de inversores extranjeros. Tampoco puede verse un proyecto oportuno y eficaz que en educación instale los fuertes conceptos de protección a la vida, la salud sexual en las familias, su constitución como regulación del factor social, su capacidad de ingresos de incidencia directa en la canasta familiar y la responsabilidad de los padres para tener hijos en el marco de las posibilidades laborales efectivas. No vemos además un proyecto económico que en agricultura y ganadería, como en la explotación de suelos y campos, involucren otras alternativas que escapen a las únicas de la soja, minería, petróleo y las fabriles de corto alcance. Se propicia el factor tecnológico y se excluye el humano tanto en la faz formativa como en los valores sociales; solo basta para ello simples encuestas con preguntas dirigidas para determinarlo.
Sin debate político y la hegemonía ideológica no se da cabida ni movilidad social a los sectores marginados y menos aún se da sentido democrático a la alternancia en el poder y renovación de los aspirantes políticos. En algunos casos los proyectos políticos parecen ser eternos "’como la materia y la energía” como si el materialismo reinara y el dinamismo de los intelectos creadores tenga que hundirse en los "’agujeros negros” propiciados por los voraces capitales del dinero y de un liberalismo que termina por aniquilar toda fe y esperanza de un pueblo.
Con el debate político evidentemente nadie quiere ser señalado de comprometer su palabra y tener que dar solución definitiva a las desigualdades sociales e inclusión social, donde estadísticamente siempre la más perjudicada es la llamada "’clase media” hoy la amparada por sindicatos y gremios "’clase trabajadora o asalariada”, pues de media no tiene nada, incluso, debe pagar "’impuestos a las ganancias” como si cada empleado o trabajador estuviera monitoreado por el Estado y fuesen grandes inversionistas, capitalistas, negociantes, financieros, comerciantes, acaudalados o potentados y además, caigan asimilados a la pobre clase de los que nada tienen y necesitan del auxilio del mismo Estado que las retroalimenta apelando a los subsidios. La verdad es que de muchos planes, no solo los jóvenes comen o cubren sus mínimas necesidades sino que también decaen consumiendo substancias que lo dañan, y así, forman familias efímeras o temporales, desintegran pequeños núcleos familiares donde sus hijos pierden a sus padres y la imagen de un hogar, cuando no, son capturados por el sexo "’de la necesidad” y sin orientación alguna alteran la imagen femenina de la maternidad hasta cuestionar al mismísimo resultado de la relación, la concepción del hijo que en un sin número de casos deviene en abortos. Sin un debate político y su motivación, la educación de un país nunca será seria.
Advertimos entonces o nos damos cuenta, de por qué no conviene un debate político y sus consecuencias. En una sociedad activista que todo lo quiere y pretende obtener y en esa falta de posibilidad, la educación de por sí no tiene cabida porque la carencia y la necesidad tienen cifras astronómicas, ¿se da cuenta Ud?, Rta: como la cantidad de estrellas que hay en el universo. Por ello y ante la eterna necesidad ¿Cómo hablar de Dios si tengo el estómago vacío? Consecuencia, Dios no tiene cabida ya no solo en el origen del universo sino peor, ni en mi propia vida y por ende ¿Para qué hablar de valores y principios ético? Como escuché decir de un político hace apenas unos días,…”. No hables de ética porque avivamos giles”. Entonces, abramos el debate político. ¿O no conviene?
Sin debate político estamos a merced de la ideología y los intereses personales y mezquinos de personas o grupos de poder que se enriquecen sin trabajar.
(*) Pedagogo. Profesor de Enseñanza Primaria y Preescolar, Media y Superior en Filosofía y Psicología.