Cuando Borges escribió, "Sarmiento el soñador, sigue soñándonos”, verso número 26 y final del extraordinario poema sobre el prócer, dejó dichas muchísimas cosas en la brevedad de un poema profundo y pleno de contenidos diferentes que un conferenciante, Cristóbal Garro, analizó y comparó con el hombre de las ruinas circulares borgesianas de manera magnífica y aún habría muchísimo más allá de lo que Garro encuentra en el poema, para hacer que confluyan Borges y Sarmiento.
Concurrí a la conferencia del presidente de SADE Nacional Alejandro Vaccaro, convencida de un encuentro monumental Borges-Sarmiento o viceversa, como sus admiradores prefieran esperando algo parecido a lo de Garro y me encontré (como varios presentes comentamos), con una suerte de "flancito”, algo muy inconsistente. Generoso en un Borges fácilmente reconocible en la solapa o la contratapa de cualquier libro del autor, con -incluso- graves omisiones, dentro de esa breve biografía y un ausente sin aviso, que fue el propio Sarmiento. Si el conferenciante, hubiera profundizado más sobre por qué Borges consideraba al Facundo una obra más representativa que Martín Fierro, si al menos hubiera citado y desmenuzado los prólogos magistrales que hizo de Recuerdos de Provincia y del ya mencionado Facundo y valorado el pensamiento de uno y otro sin abundar en los chistes de ocasión de don Jorge Luis a lo largo de su vida y nos los hubiera descubierto unidos por alguna característica, como la tenacidad, la tozudez, el manejo de idiomas, las traducciones y las lecturas, o sea un par de enormes escritores pero también tremendos lectores, la conferencia hubiera alcanzado otro cariz, el que creo que muchos esperábamos. Quizás sea por eso que Sarmiento sigue soñándonos más comprometidos en conocer su obra, la fuerza y trascendencia de la misma, la perdurabilidad en el tiempo, las razones de uno y otro para pensar como pensaban y en un punto coincidir. No se nombró a Rosas, sólo a Perón, y allí hubiera existido un nuevo parangón de uno y otro, de manera que no resultara tan falto de condimento este referente nacional que dijo mucho de lo que ya sabemos de Borges de quien también esperábamos más. En un punto, y más allá de que Vaccaro sea quien es, creo que Borges y Sarmiento ahora nos sueñan juntos. Hay que tener espíritu crítico y creo que para el Sarmiento que nosotros acostumbramos, o fue un convidado de piedra o directamente faltó a la cita porque nos han subestimado como auditorio o sobreestimado pensando que podríamos salir al cruce por algo que llegase a no gustarnos de lo que se dijera de nuestro comprovinciano. Digo esto porque realmente no sé a qué atribuir tanta pobreza para la temática rica que se esperaba y tan injustificada ausencia sarmientina.