La noción de "sociedad del conocimiento” fue utilizada por primera vez en 1969 por Peter Drucker al escribir el libro "La sociedad post capitalista”. Allí señalaba que lo más importante no era la cantidad de conocimiento sino su productividad. Para él era necesaria una teoría económica que colocara en el centro al conocimiento para producir riqueza.
En esta sociedad la gestión empresarial cambiaría su relación con los trabajadores del conocimiento, pues estos ya no necesitarían tanto de las empresas mientras que las empresas si los necesitarían a ellos.
Una sociedad del conocimiento es capaz de generar el conocimiento para atender a sus necesidades de desarrollo, construir su futuro y convertir el conocimiento en una herramienta para su propio beneficio. En esta sociedad las empresas avanzan gracias a que difunden, asimilan, aplican y sistematizan los conocimientos obtenidos.
La sociedad del conocimiento se caracteriza porque el conocimiento debe generarse con el fin de producir más y porque se debe fortalecer el proceso de enseñanza-aprendizaje para apropiarse del conocimiento y transformarlo en resultados útiles. Por ello la educación juega un papel central.
Sin embargo, los especialistas Antoni Brey, Daniel Innerarity y Gonçal Mayos, en su libro "La sociedad de la ignorancia y otros ensayos”, hacen un análisis crítico de esta sociedad del conocimiento y establecen las siguientes categorías:
La infoxicación, que se refiere al exceso de información, lo que hace difícil la discriminación entre lo importante y lo superfluo.
Los saberes parciales que se generan, lo cual dificulta una reflexión de tipo filosófica. La figura del experto: en este caso se trata de un individuo abocado a su disciplina, totalmente dependiente del aparato productivo, desinteresado por los saberes ajenos a su práctica. La mercantilización del conocimiento, o la subordinación del conocimiento a los vaivenes del mercado y la negación del no saber: que no tolera la ignorancia sino que lo considera como fenómeno imperfecto, entre otros aspectos.
Esta crítica nos lleva a preguntar si en realidad estamos en una sociedad del conocimiento o más bien en una sociedad de la ignorancia, pues no todos pueden acceder al conocimiento que se genera y cambia constantemente, ni está tampoco al alcance de todos. Y esto tiene mucho que ver con los avances tecnológicos, a los cuales no todos pueden acceder. Una verdadera sociedad del conocimiento debería procurar democratizar el saber y hacerlo accesible a todos.
