El Fondo de Garantía de Sustentabilidad, FGS, se creó a partir de que el Estado nacional decidiera terminar con el sistema de capitalización en que cada cual ahorraba para armar su propio fondo de retiro. El ‘nuevo‘ sistema no es otra cosa que la restitución del sistema de reparto que consiste en pasar linealmente el dinero recaudado de los aportes de los trabajadores activos a los beneficios de los pasivos. Al momento de esta reforma, la Anses se apropió de toda la masa de dinero acumulada durante los años de existencia de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP).

Como su nombre indicaba, estas asociaciones tomaban el dinero integrado por los trabajadores y lo ubicaba en distintas inversiones con la finalidad de mantener o incrementar su valor real, dinero que debería estar disponible para pagar los beneficios en el momento en que el trabajador se jubilara. Esta masa de dinero estaba colocada en distintos activos financieros según el criterio de cada AFJP y todas esas acciones, títulos y otros, tuvieron, al momento de realizarse el corte de un sistema a otro, un determinado valor de bolsa que se dispuso pasaría a ser un fondo de respaldo que garantizara la cobertura de las necesidades de la Anses. Con un criterio difícil de justificar, la administración de Cristina Fernández dispuso detraer fondos para distintos fines de ayuda social siendo uno de los más significativos la Asignación Universal por Hijo, el pago de una mensualidad a cada madre contra la obligación parental de mandar los niños a la escuela donde además se les controlaría condiciones básicas de salud como las vacunas obligatorias.

Un fin de justicia indiscutible pero que puso a los fondos de los jubilados, la otra clase vulnerable además de los chicos, a solucionar problemas que debía solucionar el Estado por vía del presupuesto ordinario evitando lo que se llama subsidios cruzados, es decir, que un sector de la comunidad, desprotegido por su edad avanzada y salud en decadencia, financiara a otro sector igualmente débil, algo filosófica y técnicamente insostenible. La espalda era grande y, no obstante este desatino, el Fondo se mantuvo en buen estado de salud e iba registrando un incremento nominal de su valor por efecto indirecto de la alta inflación, incremento que era exhibido como real (no nominal) y, en consecuencia, como si fuera el resultado de una correcta administración. La novedad de este año, es que el monto global del Fondo de Garantía ha crecido no solamente muy por encima de la inflación ocurrida sino también de la inflación esperada, superando también el increíblemente fuerte crecimiento del índice Merval, que mide los diferenciales de valores de papeles y acciones en el mercado.

Cambio de rumbo

¿Qué ha ocurrido? Con la prudencia que supone administrar recursos que deben mantenerse a largo plazo, el promedio de unos 20 años o algo más que es el lapso en que la persona cobra ya sin producir riqueza, el Fondo ha comenzado a hacer operaciones en dos Ofertas Públicas de Acciones incorporando cuatro nuevas acciones aumentando a la vez sus colocaciones en otras seis especies. Se ha comenzado a mover luego de años en que las tenencias se mantuvieron fijas. El resultado ha mostrado un crecimiento del FGS nada menos que en un 91% desde fines de 2015 hasta hoy, es decir, una cifra impensada para haberse concretado en apenas 18 meses para un volumen que prácticamente se mantuvo estable en moneda constante desde 2008 y 2015.

Un detalle importante que obliga a trabajar en estas operaciones con mucha cautela, es que, siendo tan grande el volumen que ANSES podría mover ha pasado a ser el cimiento de equilibrio de todo el sistema dado que posee el 13% del total de la capitalización de mercado de las compañías que cotizan en Bolsa. 

Cualquier movida brusca de compra o venta podría afectar violentamente los precios y eso obliga a los administradores a operar con mucha calma y a armar o desarmar posiciones en plazos mucho más largos que lo que puede hacerlo un operador común. Concretando, las acciones de Anses registraron al cierre de mayo de este año, un valor de 164 mil millones de pesos, 91% más que al cierre de 2015. 

Para comparar, como decíamos al comienzo, el Merval, en el mismo lapso, creciendo como prácticamente no lo había hecho antes en su historia, subió el 72%, casi 20 puntos menos. Visto que las modificaciones a las asignaciones de pasivos se verifican dos veces al año y lo hacen según una fórmula aprobada por ley que tiene en cuenta, entre otros factores de la economía, la solvencia de la Anses, este dato es una muy buena noticia.