Los planes sociales, lanzados para enfrentar los embates de la crisis de 2001 en los sectores más vulnerables, lograron la contención buscada y, con el correr del tiempo, se adecuaron a las necesidades de paliar la pobreza.

Estas ayudas siguen siendo oportunas, pero han distorsionado el sentido de la subsidiaridad y fomentado el ocio. Quedó de lado la dignidad del trabajo, a medida que se recuperó el mercado laboral, y se siguió fomentando el clientelismo político. De allí que Cáritas y la Comisión Nacional de Justicia y Paz reclamaran que la reciente Asignación Universal por Hijo "pueda verse plasmada en una ley, debatida y consensuada por todos, que brinde el marco jurídico adecuado para una política de Estado a largo plazo", según manifestaron en un documento.

En San Juan, ese plan social ya sacó más del 30% de mano de obra calificada para el empaque del ajo. Son unas 4000 mujeres que en esta temporada se quedan en sus casas, porque no hay contraprestación o complementación con las tareas de temporada, que les reportaría mayores ingresos. Los problemas de las empresas del ajo, con demoradas en sus entregas, también se presentan en la vendimia, donde se espera el paliativo de los "trabajadores golondrina".

Frente a la discrecionalidad de los planes sociales y la demanda de mano de obra, las autoridades deberían atender el manejo de los recursos humanos para que se cubran las necesidades de cosecha, sin resentir la escolaridad y, fundamentalmente, se aliente a trabajar para ganar el sustento diario, más allá de la dádiva oficial.