Ser libre es la consecuencia de tener seguridad en lo político, lo económico y lo religioso, según los estudiosos de la conducta humana más profunda. Y, se comprende que el ser humano necesite de certezas para entender su vida y programar la totalidad de sus actos. Quienes analizaron esta ecuación histórica, dan a esas seguridades partes iguales: 33,3% para cada una. No obstante, en la vida moderna, la religión ocupa un espacio inferior o es un sentimiento más reservado.
La política y la economía, preocupan por igual al hombre de hoy. Primero porque la economía depende de la política y no de una rigurosa posición política sino de quienes manejen el poder. Por ello siempre se siente frágil la vida económica, en contraposición a lo que desearía el ciudadano que es seguridad. Porque de la seguridad económica depende la concreción de proyectos y aspiraciones. Esto pasa en casi todo el mundo porque las complicaciones se multiplican por efecto de las crisis y de las sorpresas de las ofertas y de las demandas en un consumismo con distintas variables.
Hoy se buscan inversiones menos riesgosas y negocios más fáciles de concretar. Por ello los aspectos de la política y de la economía son predominantes porque constituyen la base del accionar humano. Por ello si el hombre tiene la suerte de ganar lo suficiente debe preservar el dinero de una manera condicionada a las contingencias actuales.
Política y economía son las dos vertientes del desarrollo de la sociedad y ello puede favorecer al bien común si las medidas que se toman en ese campo responden a las necesidades reales del conjunto. De esas dos vertientes depende la libertad del individuo, una buena razón para pensar.
