El gran triunfador de las elecciones uruguayas fue el Frente Amplio (FA) de Tabaré Vázquez. Con cuatro campañas electorales sobre sus espaldas, una municipal y tres nacionales, enfrentará por segunda vez la instancia de balotaje, sistema que inauguró en 1999. Además de una revancha bajo esa modalidad, el dirigente busca transformarse en el primer presidente electo dos veces por un partido autodefinido de izquierda, que controlará el Parlamento con 50 diputados, los mismos de hoy, sin necesidad de alcanzar acuerdos con otras formaciones.

El Frente Amplio obtuvo el 48% de los votos, mientras que su principal oponente, Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional, alcanzó un 31%, por lo que tendría que ocurrir algo demasiado excepcional para que el FA no gane la segunda vuelta el próximo 30 de noviembre. Además, con los resultados del pasado domingo, también lograría mayoría en el Senado: 15 de los 30 escaños y sumaría el de la vicepresidencia.

Sin duda, la gran caída ha sido la del Partido Colorado de Pedro Bordaberry, que sufrió un doble descalabro. Primero porque ha obtenido menos votos que hace cinco años, y segundo, porque en el referéndum donde se votaba su propuesta de reforma constitucional para bajar la edad de imputabilidad penal para juzgar a los menores como si fueran adultos no tuvo éxito: ganó el "no” con un 53 por ciento.

Tabaré Vázquez ha intentado en la campaña presentarse como garantía de continuidad para el despegue económico y la cohesión social de los años de Mujica, que culminan con el crecimiento económico de entre el 3 y el 4% previsto para 2015, un dato favorable que sus rivales han eclipsado apuntando el foco a la inseguridad ciudadana, sin duda, la gran preocupación del uruguayo medio actualmente.

Uruguay es un país con una tradición democrática sólida que se caracteriza por su estabilidad política y social. Cuenta, además, con una amplia clase media y un sistema de seguridad social avanzado. No obstante, desde hace algunos años, la seguridad es el problema que más preocupa a la sociedad, algo que resulta paradójico en más de un sentido. Según datos del Banco Mundial, los indicadores delictivos del país son los más bajos de América latina y, sin embargo, la sensación de inseguridad es la más elevada.