El logro alcanzado por un grupo de 60 investigadores del Instituto Balseiro y el Centro Atómico Bariloche para desarrollar una tecnología de punta para enriquecer uranio en base al empleo del láser, coloca a la Argentina en un selecto grupo de una decena de países entre los que ese encuentran Estados Unidos, algunos de la Unión Europea, Australia y Rusia.

Tres años de trabajo han demandado a los expertos el desarrollo de un método que consume mucha menos energía, y es más económico y eficiente.

El uranio es un metal negruzco que se encuentra en estado natural en algunas rocas y tierras en muy pocas partes por millón. Es aproximadamente un 70% más denso que el plomo, pero algo menos que el oro. Lo descubrió en 1789 Martin Heinrich Klaproth, el químico alemán que también encontró el circonio y el titanio. Le dio ese nombre en honor al planeta Urano, que acababa de ser descubierto 8 años antes.

La tecnología disponible hasta ahora ha permitido a nuestro país enriquecer uranio de dos formas distintas, ajustadas a los tratados internacionales en vigencia para uso pacífico del material. En cumplimiento de los acuerdos con Estados Unidos y Brasil, la Argentina se comprometió a no enriquecer uranio por encima de 19,7% y a aceptar auditorías de las Naciones Unidas y de Brasil.

Hasta ahora, los científicos del Centro Atómico Bariloche y el Balseiro sólo produjeron una pequeña cantidad de uranio enriquecido al 19,7% con esta nueva tecnología. Pero aunque para encarar la producción en gran escala se necesitaría continuar con la investigación y superar otro tipo de desafíos, ya se cumplió la prueba de concepto, que es una especie de prueba piloto.

El avance ha logrado algo que es muy importante para el país como es reunir el conocimiento y equipamiento asociado con el desarrollo de diversas disciplinas para mostrar que con medios idóneos y al alcance de nuestras capacidades económicas se consiguió tener resultados que permiten la participación de la Argentina en una carrera en la que participan pocos.

De acuerdo a lo previsto, la producción en gran escala de uranio enriquecido con esta tecnología exigiría una decisión del Poder Ejecutivo y del Congreso, a través de una ley que contemple la posibilidad de que el país deje de recibir el combustible para sus centrales de potencia, que generan energía eléctrica, o para sus reactores de radioisótopos, donde se elaboran radiofármacos empleados en los estudios de medicina nuclear.