Más allá del éxito alcanzado por los controles de alcoholemia que fueron implementados durante los festejos de fin de año, tanto a nivel nacional como provincial no faltaron las situaciones complicadas que debieron afrontarse en los operativos, con conductores que se negaron a someterse a la prueba, así como otros que decidieron huir de los operativos, en un intento por no ser detectados y evitar que les retengan la licencia para conducir o el vehículo.

Sin duda que es una tarea muy dificultosa someter a una persona que ha bebido más de lo aconsejable a la prueba de alcoholemia, como así también decirle que no está en condiciones de conducir su propio automotor, pero se trata de un requisito tan básico como el de exhibir el carnet de conductor, la documentación correspondiente o tener la movilidad en condiciones para circular por la vía pública.

Negarse al control de alcoholemia es como pretender que se lo autorice a conducir sin la instrucción o prueba previa al otorgamiento del carnet habilitante.

Está establecido que conducir con más de 0,5 g/L de alcohol en la sangre es caer directamente en una infracción de tránsito por la que habrá que responder abonando una multa y sometiendose a que el vehículo sea radiado de circulación, con la correspondiente retención de la documentación que habilita a conducir.

Es un hecho que los controles del nivel de alcohol en la sangre están dispuestos para mejorar la calidad del tránsito haciéndolo más seguro y ordenado. Implementarlos por parte de la Policía de Tránsito y acatarlos por parte de los conductores debe convertirse en un hábito que traerá grandes beneficios en materia de seguridad vial.