"Del redondel del humilde castillito de madera, emerge siempre un ser que entró sin permiso en el corazón colectivo....".


México acaba de rendir un homenaje a los entrañables personajes de Gómez Bolaños, el Chavo del 8. En un desfile público los niños se vistieron como los famosos protagonistas que engendró el enorme creador.


Esta troupe de inocentes criaturas iluminó el firmamento televisivo del mundo durante medio siglo, desde su vecindad, algo muy parecido a lo que en Argentina se denomina conventillo, lugar donde muchas familias comparten un edificio, patio, un cielo y estrellas comunes, porque muchas de estas humildes residencias en gran parte dan de cara a la intemperie.


Vecindad es lo que seres como muchos de nosotros integran en algún bello lugar de México, y en la cual, en el centro de la tierna escena cotidiana, se encuentra una extraña casita, un simple barrilito que esconde a un personaje con los viejos tiradores cruzados y un lenguaje adorable para mil historias tiernas. 


Bien por México al haber homenajeado la candidez que como ronda infantil rodea y protege a ese barrilito, eso distingue los mejores sueños de una sociedad. Del redondel del humilde castillito de madera, emerge siempre un ser que entró sin permiso en el corazón colectivo. Allí retorna a dormir sueños rellenos de hambre y ternura, y reaparece al día siguiente como el genio de la lámpara de Aladino si, a la hora prometida, frotamos la caja sorpresa de un televisor contradictorio y no siempre amable.


México, que acuna un Distrito Federal que es la ciudad más populosa y contaminada del planeta, como al descuido nos ha regalado a la muchos gestos de suprema humanidad. Me refiero también a la honesta fantasía de un cómico y hombre formidable como Cantinflas, de palabra más limpia que el mejor payaso; y también la música popular de mayor llegada en el mundo, a partir de sus boleros y rancheras, un enorme patrimonio folklórico, y el Chavito, para cerrar un viaje signado por la belleza. 


Se puede soñar válidamente a partir de cosas simples. Se puede tener talento y a la vez buen gusto para expresarlo, aunque haya mensajes sociales que nos asedien de horror, mezquindades y mal gusto. Nadie está obligado a la necedad, ni la gente a sufrirla, aunque todo eso circunstancialmente venda. 


Al final del camino terrenal, felizmente las cosas sanas y profundas también tienen acogida entre la gente y vaya cómo!, infinidad de ejemplos diarios lo atestiguan. Este menudo ser formidable de la gorrita pobre y lenguaje de fantasías infantiles, que un creador con raíces sanas y sensibilidad nos regalaba todos los días atado de manos y alma para ser querido, resume lo mejor del ser humano, aquello por lo cual es imprescindible seguir siendo idealista, soñar y soñar y masticar ternura como se desmenuza una flor en el mejor flanco del alma. Frente a la vanalidad e insensatez sin medida, un geniecillo con gorrita ajada por la sana vida y cara de buena gente emergerá todos los días desde el capullo de un tonel plantado en el centro de un conventillo; que es como decir que en el centro de un planeta castigado por varios hacedores de estupideces y de absurdos, un Principito, mecenas de las buenas cosas, nos asegurará que siempre todo eso es mejor a partir de un mensaje simple pero trascendente. 


Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete