Poco después del devastador terremoto de Haití, escribí que los cientos de millones de dólares prometidos por la comunidad internacional para la reconstrucción del país serían un malgasto de dinero si no eran acompañados por una campaña masiva de reforestación. Decía entonces que cada uno de nosotros debería donar un árbol para Haití. Casi dos meses después, empezamos a ver las primeras medidas concretas, aunque limitadas, en ese sentido.

El 12 de marzo, la Organización para la Agricultura y Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), con sede en Roma, lanzó una campaña llamada "Un árbol por cada niño de Haití". La FAO, que aplaudió la idea de mi columna, está convocando a donar al menos U$S 5 para plantar un frutal en una escuela haitiana. La donación paga un árbol de palta, mango u otro fruto, por la plantación, fertilizante, riego y el cuidado durante el primer año. También se enseñará a los niños a cuidar el medio ambiente y, al mismo tiempo, proporcionará frutas para la alimentación de los escolares. La deforestación ha sido una de las principales causantes de la pobreza. Los haitianos han talado el 98% de los árboles para usarlos como leña o carbón para cocinar. Eso ha erosionado el suelo, inutilizando la tierra para la agricultura y agotó las reservas de agua. Además, la deforestación causa devastadoras inundaciones.

¿Por qué sólo piden árboles para los patios escolares?, pregunté a la FAO. Dijeron que las escuelas serán el primer paso de la campaña de reforestación, mientras los expertos resuelven cómo superar los problemas legales sobre la propiedad de la tierra que hacen difícil la reforestación en Haití. Si la gente no es dueña de la tierra y de los árboles, los van a cortar tarde o temprano, me dijeron. Ya se hicieron grandes campañas internacionales de este tipo y fracasaron precisamente porque la gente acabó cortando más árboles de los que se plantaron. El experto de la FAO, Walter Kollert, me señaló que aumentar las zonas boscosas de Haití -actualmente cubren sólo el 2%- a un 10% del territorio exigirá plantar 220 millones de árboles. Esto llevaría nada menos que 44 años, lo que da una idea de la magnitud del problema.

Mi opinión: La FAO merece un aplauso -y nuestros U$S 5 para un árbol- por su campaña (www.fao.org) pero deberíamos apuntar a un proyecto más ambicioso. ¿Por qué no pedirles a los más de un millón de haitianos que viven en el exterior que donen un árbol cada uno, como hicieron durante generaciones los judíos para Israel? El Fondo Nacional Judío, que ha plantado más de 240 millones de árboles en Israel, ofrece "Certificados de árbol" para nacimientos, graduaciones, bodas, aniversarios y en recuerdo de los parientes fallecidos. Se puede donar un árbol para ocasiones especiales y honrar a sus seres queridos. ¿No sería una buena idea hacer lo mismo por Haití? ¿Por qué no iniciar la campaña "Un árbol por turista" en Haití? Tan sólo los cruceros de Royal Caribbean llevan anualmente 650.000 turistas a la costa norte de Haití. ¿Por qué no pedirle a cada uno que deje un árbol en Haití? Es cierto que sería irresponsable invertir cientos de millones de dólares para la reforestación antes de resolver complejos problemas legales y técnicos. Pero si dejamos pasar más tiempo, el mundo se olvidará del terremoto y será cada vez más difícil conseguir los fondos para la reforestación del país.

"CUANDO hay lluvias torrenciales en las montañas de Haití, el agua corre hacia las aldeas cercanas sin que nada la absorba, o la detenga, y se producen inundaciones con numerosas víctimas."