El bloqueo durante doce horas que afectó la distribución de los diarios Clarín y La Nación "quedará inscripto en la historia de la democracia argentina como uno de sus días más oscuros en materia de libertad de expresión". Es la interpretación de los hechos realizada por la Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina (ADEPA) recogiendo así, el sentimiento de quienes forman parte de medios de comunicación libre del país, llamados a servir a la Nación en democracia.

Es de lamentar que ante estos hechos intimidatorios, la respuesta oficial haya sido el silencio prolongado y la inacción. Difícilmente se encontrará en el texto de la Constitución Nacional otra libertad que aparezca tantas veces enunciada, como la libertad de expresión y de prensa. Esto obedeció a que los constituyentes eran conscientes de que ellas, son el fundamento de todas las otras libertades. Porque la historia nos revela que, cada vez que surge un régimen autocrático, ellas son las primeras en ser cercenadas, vulneradas y atacadas. La razón es muy simple: limitándola, se priva a la ciudadanía del conocimiento de hechos y de opiniones divergentes, siendo muy fácil de ese modo acometer sobre las decisiones que requiere un país organizado. De ahí que lo que se vulnera es el derecho a la información que le corresponde a cada ciudadano.

El destacado político, periodista e historiador mexicano Francisco Zarco (1829-1869), sostenía que la prensa no sólo es el medio más eficaz contra los autoritarismos, sino el instrumento más activo del progreso y de la civilización. La prensa no es peligrosa ni es un poder. Lo peligroso para algunos, tal vez sea el pensamiento humano que se refleja a través de ella. Tampoco es un poder: lo que trata de ser es un espejo, a veces cóncavo y otras veces convexo, en el que se procura reflejar la realidad.

Los recientes hechos contradicen lo que la presidenta de la Nación expresaba el 5 de julio de 2010 durante el acto de homenaje al periodista Eduardo Kimel: "Jamás hubo en toda la historia de la República Argentina una libertad de prensa como la que hoy gozamos". Es hora de buscar entender de modo pacífico y entre todos, parafraseando a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, que para no caer en dolorosos hechos del pasado, "es preferible un millón de voces críticas de una prensa libre al silencio de las dictaduras".