Todo el país se conmovió ante el esfuerzo, la unidad y el coraje de Las leonas, un equipo que volvió a escribir su nombre en lo más alto del hockey internacional al derrotar a Holanda. Fue un cierre formidable e idílico para un conjunto que es ejemplo y leyenda desde hace una década y que ahora festeja su segunda coronación mundial tras la gesta en Perth 2002.
Nuestro seleccionado figura entre los cuatro primeros puestos, desde hace 12 años, gracias a un trabajo que se valora y trasciende con la mejor calificación porque deja una huella extraordinaria. Una forma de ver la vida desde el esfuerzo, muchas veces silencioso, y el deseo de crecer como personas y deportistas a la vez. Detrás de esta victoria no hay cifras económicas astronómicas como las que mueve el mundo del fútbol ni existen futuros asegurados. Para Las Leonas, éste será un campeonato para recordar: siete victorias y apenas cuatro tantos en contra. Y un ciclo brillante para el DT Carlos Retegui, porque en 14 meses logró un Mundial y dos Champions Trophy.
Los datos son incontrastables porque en estos certámenes les ganó a todos los seleccionados, con una fórmula arrolladora y jugadoras que se lucieron en la cancha con una forma de actuar más dinámica, efectiva y atrapante. Desde Sydney 2009 se empezó a insinuar el nuevo perfil de un seleccionado temido por todos los rivales. Impuso un estilo de entrega total por la camiseta, pero nutrida de conceptos, de táctica, de técnica y un riguroso entrenamiento físico. Las Leonas también constituyen el testimonio ante una sociedad que debe aprender lo que se puede lograr cuando se trabaja en equipo, se valora el sentido de la disciplina y se vence el individualismo.
